Tsantsas y cómo cambiar la historia de un saqueo cultural
Las cabezas reducidas ahora simbolizan la lucha de los Shuar para recobrar su patrimonio.
La comunidad Shuar quiere recuperar seis tsantsas o cabezas reducidas que están en manos del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, los trámites tuvieron lugar hasta noviembre de 2023, pero se detuvieron tras un precipitado cambio de gobierno en Ecuador.
David Tankamash presidente de la Federación Interprovincial de Centros Shuar (FICSH), que agrupa a 150.000 miembros de esta nacionalidad, dice que este asunto fue tocado durante la gran asamblea de su comunidad, en abril de 2024 en Morona Santiago.
Muchos miembros de la comunidad no sabían que cientos de sus objetos patrimoniales se hallaban en museos y colecciones privadas en Europa y Estados Unidos.
Su reacción fue de "rechazo y repudio total por todos los que han comercializado nuestro patrimonio, incluso se habló de la aplicación de la justicia indígena", dice Tankamash.
El dirigente shuar admite que él mismo quedó asombrado al enterarse, durante una visita a la Universidad San Francisco de Quito, de la magnitud del tráfico de tsantsas y otras reliquias.
Son cientos los objetos que están en colecciones privadas y en museos, entre ellos hay registros de más de 295 tsantsas en Europa y de otras 100 en Estados Unidos.
Paradójicamente, casi ninguno de los 300.000 integrantes de la comunidad Shuar en Ecuador ha visto jamás una tsantsa, dice María Patricia Ordóñez, que encabeza el proyecto Tsantsas, Museos y Responsabilidad Social.
Mira en este link el video la entrevista completa con María Patricia Ordóñez, para saber más sobre el significado y la historia de las tsantsas en Ecuador.
Colonialismo y crimen
Que la mayor parte de las tsantsas esté ahora en museos nacionales o universitarios en el exterior, dice Ordóñez, "muestra que existió un esfuerzo consensuado para llevarse objetos de los Shuar".
En contraste, en la colección nacional de Ecuador hay apenas 11 tsantsas, y existen datos y rastros de que habría unas 25 más en el resto del país.
"Se siente una violencia colonial extremadamente fuerte todavía: que no puedas tener acceso a tus objetos sagrados, que no sepas cuántos hay, que no los puedas visitar", agrega Ordóñez, quien además es la coordinadora de Antropología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
El robo de objetos, restos humanos y patrimonio de las culturas de la Amazonía continúa. Solo que ahora ha sido asumido por los grupos de delincuencia organizada, que usan las mismas rutas para el tráfico de personas, oro, armas y estupefacientes.
La pregunta del millón
Entre 1884 y 1936 el Museo Pitt Rivers, de la prestigiosa Universidad de Oxford en Inglaterra, adquirió de manos de cinco coleccionistas diez tsantsas.
En total, la colección del museo contaba con al menos 173 objetos de las comunidades Shuar y Achuar en Ecuador.
¿Cómo obtuvieron los museos estos objetos y restos humanos?
La pregunta dio inicio a un debate público acerca de la necesidad de descolonizar los museos, cuyas vitrinas están llenas del patrimonio arrebatado durante siglos a varias comunidades en países como Ecuador.
Un patrimonio que incluye restos humanos, como las tsantsas y las momias, que han sido traficadas ilegalmente y que se muestran al público sin contexto.
Por eso en 2020 el Museo Pitt Rivers decidió no exhibir más las tsantsas, que estaban en un gabinete con el letrero "Tratamiento de Enemigos Muertos", sin ningún contexto sobre la cultura Shuar.
Los curadores del museo se dieron cuenta de que los visitantes que se detenían frente al gabinete usaban adjetivos como "salvaje", "primitivo", "macabro" al comentar la exposición.
"No cualquiera puede acercarse a observar una tsantsa, hay que pasar por varios rituales antes y tener espíritu valiente para mirarlas, de lo contrario se puede recibir un mal aire", dice Tankamash.
Hay "un espíritu que vive ahí dentro y por eso para nosotros las tsantsas son algo tan sagrado. Es inadmisible que las hayan convertido en un negocio", agrega.
Primero las tsantsas
Pero no son solo las tsantsas han sido sacadas de Ecuador, sino también tambores, las twasaps o coronas de plumas, los abanicos y los cinturones de baile de los Shuar.
Sin embargo, recuperar las tsantsas es lo que más le interesa porque, según Tankamash, "priman sobre todos los otros objetos. Podemos seguir elaborando tambores, cinturones, abanicos, pero las tsantsas ya no".
Las prácticas rituales vinculadas a la 'producción' de tsantsas en Ecuador se prohibieron en la primera mitad del siglo XX, "coincidiendo con la entrada de los misioneros salesianos al territorio Shuar", explica Ordóñez.
Traficantes de cabezas
En la historia del saqueo de las culturas, las tsantsas ocupan un lugar especial. Por su particularidad y rareza se convirtieron en una presa para coleccionistas y guaqueros.
Tanto que hay quienes se dedicaron a traficarlas y hasta a falsificarlas, movidos por una constante y lucrativa demanda de parte de los coleccionistas y los museos, sobre todo a partir del siglo XIX.
La lucha para que no se vendan ni trafiquen los restos humanos de las culturas indígenas continúa hasta ahora.
A principios de octubre de 2024, la casa de subastas británica Swan tuvo que retirar varios restos de una subasta, entre ellos una tsantsa ecuatoriana del siglo XVIII avaluada en hasta USD 33.000.
"En el mundo existen muy pocas culturas conocidas como cazadoras de cabezas y, de ellas, únicamente los Shuar hacían el proceso de reducción que daba origen a las tsantsas", explica Ordóñez.
La particularidad de las tsantsas las convirtió en una suerte de leyenda: en el mundo solamente los Shuar reducían cabezas.
El Proyecto Tsantsas está activo desde 2017 y busca no solo repatriar las tsantsas y otros objetos, sino garantizar el acceso de las comunidades a su patrimonio. "Trabajamos de manera colaborativa con la nacional Shuar", según Ordóñez.
Generaciones separadas
La presencia de los misioneros marca otra etapa de colonialismo para los Shuar, cuando los religiosos separaron a las comunidades en misiones y apartaron a los niños de los adultos, para enviar a los primeros a las escuelas de alfabetización.
"En el momento en que separas generaciones pierdes un montón de información. Se crearon vacíos que hoy la nacionalidad Shuar está tratando de superar", agrega Ordóñez.
En 2018 Ecuador logró, en un acuerdo con el Vaticano, la repatriación de la primera tsantsa desde Europa.
La cabeza reducida llegó en 2019 al museo etnográfico Pumapungo, en Cuenca, tras varios años de negociaciones y de un proceso de autenticación.
Esta tsantsa en particular estuvo en el Vaticano desde 1925, posiblemente salió de Pastaza y se presume que fue enviada por la comunidad religiosa salesiana que estaba radicada en esa zona de la Amazonía.
Por una navaja
Ha habido hasta hoy varios procesos para repatriar tsantsas y otros objetos. En 1990 Ecuador hizo uno de los primeros acuerdos con el estadounidense Smithsonian Institution, el mayor museo y complejo de investigación etnográfica del mundo.
Como parte de ese acuerdo "se repatriaron seis tsantsas que fueron entregadas a la FICSH. Pero desde la introducción de la ley de Cultura no hemos podido repatriar más tsantsas para la comunidad Shuar", explica María Patricia Ordóñez.
Las otras dos repatriaciones son la del Vaticano y la facilitada por la Universidad de Mercer (Georgia, Estados Unidos), que devolvió al Consulado de Ecuador en Atlanta una tsantsa que estuvo 77 años en su colección.
Esta tsantsa fue obtenida en 1942 por el piloto de la fuerza aérea estadounidense, Jim Harrison, quien pasó varias semanas en Ecuador antes de ser enviado a Panamá.
Harrison narra en su diario que viajó desde Galápagos a la Amazonía, donde se encontró con indígenas a quienes les dio una insignia militar, una navaja de bolsillo y unas monedas a cambio de la tsantsa.
"Ha habido dos esfuerzos de repatriación exitosos desde el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, con el Vaticano y Mercer, pero esas tsantsas están bajo el control del Estado, no están en manos de la comunidad". María Mercedes Ordóñez.
Es un resultado de la aplicación de la Ley de Cultura "que ve el patrimonio de todas las personas que lo formamos como algo que le pertenece a la Nación y no a la comunidad y cómo eso tiene que negociarse para que las comunidades tengan acceso a estos bienes", agrega Ordóñez.
Interés chino
La comunidad Shuar representada por la FICSH tiene 11 tsantsas repatriadas y recuperadas en la Casa de la Federación, ubicada en el cantón Sucúa, provincia de Morona Santiago, pero no cuenta con un museo.
"Tenemos un proyecto para construir el Museo de la Tsantsa en Sucúa", asegura Tankamash.
Ante la ausencia del Estado, los Shuar han presentado el proyecto en la Embajada de China, que está abierta a buscar fondos para construir el museo.
El problema es que China tiene intereses mineros en la provincia de amazónica de Morona Santiago, rica en yacimientos de cobre de alta ley, lo que ha provocado disputas entre los líderes Shuar que están de acuerdo con las actividades extractivas y los que no.
"Queremos continuar con estos procesos y estos trámites para recuperar nuestro patrimonio" y "si es posible, presentarle al Estado un proyecto para hacer el museo", dice Tankamash.
Los Shuar están dispuestos a acudir incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para recuperar sus cabezas sagradas y reparar uno de los mayores saqueos culturales de la historia.