Los huertos familiares, una estrategia contra la desnutrición crónica infantil en Chimborazo
Por: Cristina Márquez
Las legumbres y vegetales ricos en vitaminas, aminoácidos y hierro crecen robustos en los huertos que 720 familias de Chimborazo tienen en sus hogares. Ellos son parte de un programa para combatir la desnutrición crónica infantil (DCI).
Técnicos de la Prefectura de Chimborazo les enseñan cómo cultivar hortalizas en pequeños espacios. Nutricionistas y especialistas del Ministerio de Salud Pública, en cambio, les muestran cómo preparar sopas y otros platillos con altos valores nutricionales, así como prácticas higiénicas para evitar la contaminación de la comida.
Edison Campos, director de Fomento Productivo del Gobierno Provincial, cuenta que la DCI que afecta a la provincia se analizó en mesas multisectoriales, también se hicieron investigaciones y se determinó que uno de los factores que incide en el peso bajo y el retraso en el crecimiento de los niños es la mala alimentación.
“Las zonas con índice más alto de desnutrición, paradójicamente, son sitios agrícolas. Evidenciamos que los productores de papas, cereales, legumbres y otros productos venden toda su producción en los mercados y con el dinero compran arroz, fideos, bebidas carbonatadas y otros alimentos con un valor nutricional muy escaso”, afirma Campos.
Esto animó a esa entidad a desarrollar el programa de huertos familiares en “territorios priorizados“. Los beneficiarios están en parroquias de Guamote, Colta, Alausí, Guano y Riobamba.
La comida saludable se cultiva en casa
Rosa Pinduisaca y su esposo José son los propietarios de un terreno de unos 2000 metros cuadrados situado en el sector de Las Abras, en Guano. Allí hay invernaderos de tomate riñón y plantaciones de tomate de árbol. Antaño ahí solo se sembraban papas y maíz.
Sus hijos, quienes ya son adultos y adolescentes, de niños tuvieron problemas de desnutrición y tienen talla baja. “Aquí siempre hemos comido solo lo que teníamos a la mano. Los niños no rendían bien en la escuela, por eso algunos se retiraron. No sabíamos que el problema era la mala alimentación”, cuenta la mujer de 67 años.
Ella ahora quiere evitar que sus nietos pequeños tengan el mismo problema. Una parte del terreno se convirtió en un huerto familiar que ahora tiene ocho tipos de vegetales: remolachas, acelga, zanahoria, col, brócoli entre otros. Los productos están de cosecha casi todo el tiempo debido a que la siembra se hace de forma escalonada. El menú familiar de todos los días incluye ensaladas frescas y locros.
“A veces no tenemos carne, pero aprendimos a combinar algunos vegetales para que la comida siempre sea nutritiva”, afirma Pinduisaca.
En San José de Guantug, otra comunidad de Guano, vive Gladis Cali y su familia de cinco integrantes. Ella convirtió el patio posterior de su casa, de apenas cuatro metros cuadrados, en un huerto donde se provee de alimentos frescos.
“Es como tener el mercado en la casa”, dice. Hace seis meses para adquirir alimentos la familia tenía que viajar nueve kilómetros hasta la feria más cercana, hoy cuenta con lechugas, acelgas, cebollas, pepinos y limones.
La meta es cultivar 2000 huertos familiares en Chimborazo
Chimborazo es la segunda provincia más afectada por DCI en Ecuador después de Bolívar. En el 2018 el Ministerio de Salud Pública determinó que el 27.4% de los niños que fueron atendidos en las Unidades de Salud estaban desnutridos. Un año después una nueva revisión a las estadísticas de los centros de salud reflejó que en Chimborazo había 8 114 casos crónicos de desnutrición.
La estrategia para evitar nuevos casos planteada por la Prefectura incluye el seguimiento a las familias con niños pequeños, el saneamiento del agua para el consumo y la implementación de huertos familiares. Este último proyecto se inició en el 2020 y la meta es beneficiar a 2000 familias antes de concluir el periodo de la actual administración.
Para lograr la meta esa entidad instaló un vivero donde, con una sembradora automática, cultivan
60.000 plántulas cada 42 días. Estos vegetales se distribuyen a las familias de toda la provincia que forman parte del programa.
Ellos previamente participan en talleres donde aprenden cómo plantarlas en sus huertos y los cuidados que pueden darles. Hay 12 técnicos que recorren las parroquias para dar esas capacitaciones, repartir las plantas y entregar, además, semillas.
“Escogemos las plantas del vivero de acuerdo a las necesidades de las familias y con las recomendaciones de los nutricionistas”, explica José Patiño, técnico a cargo del vivero.Las plantas con mayor contenido de hierro, como la acelga, la col y el brócoli, son las que más se siembran en el vivero. En menor cantidad se siembra la lechuga, cebolla, entre otras, que son un complemento para que la dieta familiar sea variada.