Con plantas cloradoras de agua se busca atenuar la desnutrición infantil en Chimborazo

Con plantas cloradoras de agua se busca atenuar la desnutrición infantil en Chimborazo

Por Cristina Márquez

El agua que brota de las vertientes de la parroquia Cebadas, en Guamote, Sierra centro de Ecuador, luce cristalina. La gente dice que es de las más puras y que tiene buen sabor.

En las comunidades más altas los habitantes, adultos y niños, tienen los dientes amarillentos y acuden constantemente al Centro de Salud por parasitosis aguda y enfermedades diarreicas.

Un estudio efectuado por técnicos de la Prefectura de Chimborazo comprobó que el agua de ese poblado, y de otras 55 localidades de la provincia, contiene metales pesados como el magnesio y el manganeso.

Esas sustancias alteran la tonalidad de la dentadura de los consumidores. Además, el líquido tiene abundantes microorganismos que causan parasitosis y otras enfermedades estomacales.

Los habitantes de Tzalarón, una comunidad ubicada a 30 minutos de Riobamba, aprenden a operar la planta cloradora para tratar el agua que consumen unas 240 familias. Foto: Cristina Márquez

A la mala calidad del agua se suman otros problemas en la comunidad, como la carencia de otros servicios básicos, la pobreza extrema, la alimentación inadecuada, entre otros factores que convirtieron a esa provincia en la tercera con mayor índice de desnutrición crónica infantil (DCI) en el Ecuador.

Una zona con desnutrición crónica infantil

Según las estadísticas levantadas por el Ministerio de Salud Pública en el 2018, en Chimborazo el 27,4% de los niños estaba desnutrido.

En Bolívar el porcentaje de desnutrición infantil era del 28,3% y en Santa Elena del 28,9%. Esos indicadores corresponden únicamente a los niños que fueron atendidos en los centros de salud de esa Cartera de Estado.

Otro estudio publicado en el 2021 por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador mostró que el número de niños con DCI podría ser mucho más alto.

La asistencia médica móvil busca atender la desnutrición crónica infantil. Foto: Gobierno Provincial de Chimborazo.

Ese análisis, que fue hecho con una población muestra de cinco cantones, revela que el 51,6% de los infantes de entre 0 – 5 años tiene un alarmante retraso en peso y talla que complicará permanentemente su desarrollo intelectual y su rendimiento escolar en Chimborazo.

A pesar de no tratarse de cifras oficiales, el resultado de ese estudio encendió las alertas de ONG, entidades públicas y privadas de la provincia, quienes se aliaron para formar parte de una mesa intersectorial que resolvió unir sus esfuerzos para luchar contra la desnutrición.

La Prefectura tiene un plan con 5 ejes

Robert Ríos, director de planificación de la Prefectura de Chimborazo, sostiene que en febrero del 2022 se inició una agenda que busca disminuir la DCI.

Como parte de esa estrategia, en septiembre del 2021 se realizó un proyecto piloto. Se definieron cinco ejes: las actividades de mitigación; la mejora del emprendimiento, producción y empleo; una campaña de comunicación; la asistencia y consejería familiar, y la mejora de la calidad del agua.

“La desnutrición infantil es un problema muy complejo porque es multicausal, pero existe la voluntad política para destinar recursos para combatirla y ese es el primer paso para erradicarla“, dice Ríos.

Según él, la mala calidad del agua es uno de los factores que ha generado mayor preocupación.  En las zonas altas y montañosas de la provincia, como las comunidades de Alausí y Guamote, hay presencia de metales pesados en el líquido vital.

Mientras tanto, en la parte baja, en sectores aledaños a las zonas agropecuarias, el agua es turbia y tiene una variedad de bacterias, incluso coliformes provenientes de las heces fecales de los animales que pastan cerca de las vertientes.

“A los centros de salud llega una gran cantidad de niños con diarreas agudas y con parasitosis. Esto hace que se enfermen y dejen de comer, lo cual agrava mucho más los cuadros de desnutrición que ya tienen”, explica Daniela León, la nutricionista a cargo del proyecto Ecuador Libre de Desnutrición Infantil, que emprendió el MSP.

Un sistema para mejorar la calidad del agua

Los cantones con mayor índice de desnutrición crónica en Chimborazo son Guamote (47.6%), Colta 32.5% y Guano 32.4%.   Esos cantones son también los que tienen la mayor cantidad de familias con sus necesidades básicas insatisfechas.

Ríos dice que es complicado llevar agua potable a todas las comunidades de Chimborazo por las largas distancias. En parroquias muy alejadas de las cabeceras cantonales como Cañi, en Colta, el 98,9% de la población no cuenta con servicios básicos.

La instalación de plantas cloradoras es una alternativa a la falta de agua potable. 56 comunidades, que forman parte del proyecto piloto de la Prefectura ya cuentan con estas instalaciones.

Allí se almacena el agua de la vertiente, se coloca una dosis de cloro (un litro por cada 100 litros de agua) y se distribuye a las viviendas.

La comunidad San Isidro de Punín, en Riobamba, es parte del proyecto piloto. Allí viven unas 200 familias y los dirigentes calculan que hay alrededor de 340 niños.

En ese poblado se registraron 92 casos de desnutrición crónica infantil el año pasado. Además, los médicos del centro de salud alertaron sobre la prevalencia de casos de parasitosis aguda en toda la parroquia.

“A los niños les dolía mucho el estómago, aquí siempre hemos tenido ese problema. Los técnicos nos dijeron que era por los parásitos del agua“, cuenta Freddy Pinduisaca, presidente de la junta de agua de la comunidad.

Las dolencias estomacales disminuyen

San Isidro de Punín fue una de las señaladas como prioritarias para la instalación de los cloradores. La infraestructura empezó a funcionar en noviembre pasado y los casos de problemas estomacales disminuyeron.

Aunque la DCI continúa, al centro de salud casi no han llegado niños con diarreas profusas a causa de los parásitos.

La comunidad San Isidro, en Punín, fue una de los primeros poblados en tratar el agua que consumen en la planta cloradora instalada por el Gobierno Provincial. Las enfermedades diarreicas y parasitosis disminuyeron. Foto: Cristina Márquez

Debido al resultado del proyecto piloto, la Prefectura decidió sumar otras 116 comunidades al listado de localidades prioritarias. Las nuevas plantas cloradoras empezarán a operar en el último trimestre del 2022, según la institución.

La especialista Daniela León dice que un equipo de 15 nutricionistas que recorren la provincia visitará los hogares de cada comunidad.

Ellos no solo compartirán recetas y consejos para mejorar la alimentación infantil, sino que también explicarán sobre las normas básicas de higiene al preparar los alimentos y el tratamiento que debe tener el agua antes de consumirse.

“Contar con una planta cloradora es de gran ayuda, pero las familias también deben hervir bien el agua antes de consumirla. Mientras los niños no salgan de ese cuadro de parasitosis no podrán alcanzar su peso adecuado“, dice la nutricionista León.