Ecuador tiene alto índice de hambre pero desperdicia alimentos

Anualmente se pierden 930.000 toneladas, el 60% en los hogares. Hay iniciativas exitosas como el Banco de Alimentos de Quito, pero la recuperación es baja: 2%.

Ecuador tiene alto índice de hambre pero desperdicia alimentos
El Banco de Alimentos de Quito distribuye 370 toneladas de productos al mes. Fotos: Álvaro Samaniego.

Los ecuatorianos llegamos al Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos (29 de septiembre), con cifras preocupantes. De los 1.300 millones de toneladas de alimentos para consumo humano que se desechan en el mundo, nos corresponden 930.000.

Si bien esa pérdida está por debajo del promedio mundial, Ecuador ocupa el cuarto lugar en América Latina y el Caribe, después de República Dominicana, México y Panamá, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Pero el desperdicio de alimentos reviste especial importancia en Ecuador porque la incidencia de la Desnutrición Crónica Infantil (DCI) sigue siendo alta. En 2024, en niñas y niños menores de 2 años alcanzó un 32,3%, una cifra bastante superior al promedio nacional (19,3%).

Y el 13,9% de la población ecuatoriana -unos 2,5 millones de personas- sufrió hambre. La cifra de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ubicó al país como tercero en Sudamérica con mayor prevalencia de hambre en 2023.

Actualmente hay iniciativas como los bancos de alimentos y proyectos privados y públicos, pero el nivel de recuperación sigue siendo bajo: 2%. La Ley y su reglamento, así como la tecnología y la globalización, abren el camino a nuevas formas de evitar la pérdida.

Por ejemplo, en Quito, funciona el programa “Canasta Esperanza”. Y hace unas semanas se lanzó una aplicación en la que varios restaurantes ofrecen su comida con buenos descuentos a partir de una hora determinada, para evitar que se desperdicie.

Un restaurante de comida asiática de la modalidad “All you can eat” cobra por fuera de la tarifa establecida los alimentos que el usuario deje en el plato (desperdicio). Tal como sucede en ciudades de otras partes del mundo.

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El desperdicio mundial de comida

De acuerdo con cifras de la FAO, el 13% de alimentos del mundo se pierde en la cadena de suministro, desde la postcosecha antes de la venta al por menor, y otro 17% se desperdicia en los hogares, servicios de alimentos y comercio minorista. 

Los niveles más altos de desperdicios ocurren en alimentos ricos en nutrientes, como frutas y verduras (32%), y proteínas como carne y pescado (12,4%).

La inseguridad alimentaria no proviene de una deficiente producción de alimentos sino de su pérdida y desperdicio. Por eso se considera que la prevención de estos dos fenómenos es básica en el desarrollo de los sistemas agroalimentarios.

Un efecto no menos importante es el daño que se produce sobre recursos no renovables como el agua y la tierra. Los cultivos intensivos no solo destruyen el bosque y su biodiversidad sino que dejan atrás un suelo totalmente desgastado, señala Yolanda Kakabadse.

Ella es parte de “Champions 12.3”, una coalición de ejecutivos de gobiernos, empresas, academia, grupos de agricultores y sociedad civil dedicada a acelerar el progreso hacia el logro de la Meta 12.3 del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030.

La meta 12.3 de los ODS busca reducir a la mitad el desperdicio de alimentos a nivel mundial, así como disminuir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro para el final de este milenio.

Las emisiones de carbono de los vehículos que llevan los alimentos a las empacadoras y a los mercados y supermercados son un problema enorme, al que hay que sumar las emisiones que producen las cadenas de frío para conservar los alimentos, señala.

En la Unión Europea se generan anualmente alrededor de 88 millones de toneladas de desperdicio de alimentos. Esto equivale a 174 kilogramos por persona, a 143.000 millones de euros y a 170 millones de toneladas de CO2.

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El BAQ, toneladas de solidaridad

Imagine el peso de 60 elefantes africanos adultos: son 370 toneladas. Es la cantidad de alimentos que distribuye el Banco de Alimentos de Quito (BAQ) cada mes, en promedio. Funciona desde 2003 y recibió la certificación de The Global Food Banking Network, en 2018.

Esta organización es un puente vital entre el desperdicio y la necesidad. “Lo que para unos es basura, para otros es un tesoro”, dice con pasión Patricia Pérez, Líder de Alianzas de la entidad.

Los alimentos se rescatan sobre todo de las grandes cadenas de supermercados  y el 11% directamente de la agricultura, incluso de sitios distantes como La Unión, en Esmeraldas. Los donantes en agosto de 2025 fueron 249.

Los pasos en los que se concentra el Banco son cuatro: gestionar los productos aptos para consumo humano; rescatarlos y transportarlos; clasificarlos y almacenarlos, y finalmente distribuirlos, con la correspondiente trazabilidad.

Los productos en el BAQ son embodegados, después de recibirse y clasificarse.

Los alimentos se distribuyen semanalmente a 113 instituciones aliadas, que convierten esta donación en raciones de comida para personas vulnerables. Por ejemplo, en agosto de 2025 se entregaron 1.050.051 platos de comida.

El BAQ ha logrado influir para que el 2% del desperdicio de alimentos se convierta en alimentación. Como dice Patricia Pérez, “parte de nuestro propósito transformacional es alimentar bien, no desperdiciar y cambiar vidas”.

En el Banco se reciben alimentos perecibles y no perecibles. Un equipo de 150 voluntarios trabaja cada día para clasificar y dejar listos los alimentos para su distribución.

Pueden trabajar un día a la semana, de manera que se crea la posibilidad de que 750 personas sean voluntarias en una semana. Algunas viven en estado de vulnerabilidad y reciben a cambio una ración de alimentos al final del día.

El 50% del financiamiento viene de proyectos de fondos concursables; el 30% por autogestión -eventos, fondeo, campañas- y donantes, a quienes prefieren llamar inversionistas, y el 20% del valor compartido de los beneficiarios. “Nosotros fomentamos solidaridad, no mendicidad”.

Si bien reciben donaciones de varias provincias, el grueso de la distribución se hace en el Distrito Metropolitano de Quito. Trabajan en la creación de una red para integrar los bancos de Cuenca, Imbabura y Tungurahua y las nuevas iniciativas que se desarrollen, señala Pérez.

Patricia Pérez, Líder de Alianzas del Banco de Alimentos de Quito.

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