Tiene un poco más de diez años y ya sueña con irse: ¿quién le ayuda?
Marco Arauz Ortega (O)
Elena, un nombre tan ficticio como el supuesto estado de bienestar ecuatoriano, pertenece al grupo de niños, niñas y adolescentes mayores de diez años que quisiera irse a vivir a otro país o a otra ciudad. Cuatro de cada nueve ecuatorianos de este grupo etario cree que migrar es una forma de cambiar su agobiante día a día:
Es una de las cifras del estudio ‘Ecuador: Niñez y adolescencia en 360°’. Análisis situacional de los derechos de la niñez y adolescencia en el Ecuador, presentado hace pocos días por ChildFund, Kindernothilfe-KNH Ecuador y World Vision Ecuador.
¿Quién les ayuda? No a irse del país, por supuesto, sino a acceder a las garantías mínimas a las que tienen derecho como pilar y futuro de la sociedad. Quién los rodea para que tengan la oportunidad de ser felices y de realizarse. Quién, en suma, les permite ser niños y jóvenes.
Los detalles del estudio
El estudio se enfoca en una muestra representativa a escala nacional con 1.173 niños, niñas y adolescentes de distintos sectores y, sin lugar a dudas, refleja cómo estamos tratando a este importantísimo grupo humano. Nos retrata de cuerpo entero como sociedad.
Hay que anotar que las muestras fueron recogidas en centros educativos de distintas ciudades, lo cual nos obliga a deducir que seguramente las cifras pueden resultar más altas en sectores no escolarizados.
Esta realidad que viven los niños se refleja en otras cifras. Por ejemplo, el informe presenta datos sobre abuso, falta de atención, falta de seguridad, posible exposición a ser captados por pandillas o grupos delictivos:
Ecuador, sin tejido social
Ese es el país que hemos producido y que, al parecer, ni siquiera tenemos en mente cambiar, lo cual significa que el hecho de que un tercio de la población viva con menos de dos dólares diarios puede convertirse en una realidad aceptada y aceptable, normalizada.
Las cifras macro no están mal, me dijo hoy un amigo que trabaja en el sector financiero: el riesgo país ha caído de 2.000 a 1.500 puntos y hay expectativa de que las cosas mejoren. De acuerdo. Pero las cosas no pueden mejorar si no hay una triple visión: : economía, sociedad y ambiente.
Menos aún pueden mejorar si la receta se centra en la “guerra” contra el narcotráfico sin considerar los efectos sociales colaterales. Si se violan los derechos, no es de extrañar que después haya una reacción. La fuerza pública no reemplaza a la justicia.
En la ecuación seguridad-bienestar social, hablamos poco sobre las condiciones de inequidad que son el caldo de cultivo para que niños y jóvenes, como la ficticia Elena, abracen sueños distintos a los que un verdadero Estado debería proponer.
Es difícil que la guerra contra la inseguridad sea sostenible mientras en la vanguardia y la retaguardia no hagamos nada para proteger a la población vulnerable, mientras las bandas criminales ofrecen seguridad y estabilidad a numerosos ecuatorianos que viven en las zonas donde el Estado es una ficción.
Ningún país es viable sin tejido social. Y está claro que los políticos ecuatorianos no piensan que esa sea su tarea. Algo se hace desde otros sectores, pero es insuficiente. Este informe es una puntada bien dada, a condición de que actuemos mientras todavía estamos a tiempo.