'Ríos voladores' amazónicos, curiosos e imprescindibles

Se da por hecho que el agua para la Sierra se origina en los páramos, pero antes se alimentan de masas de agua traídas por los vientos desde la Amazonía.

'Ríos voladores' amazónicos, curiosos e imprescindibles
El vapor de agua amazónico transpone los Andes y llega a los páramos. Foto: Álvaro Samaniego.

Por Álvaro Samaniego

El cielo es más que nubes. A pesar de que no se pueden distinguir a simple vista, por el aire circulan grandes masas de agua. En los últimos años se han profundizado los estudios para determinar cuál es su verdadera dimensión, y los resultados son asombrosos.

Si bien por un lado el fenómeno causa curiosidad, por otro, es la confirmación de la manera integral en que operan los servicios ecosistémicos, las conexiones externas e internas de los biomas.

Los "ríos voladores" (o ríos atmosféricos, como lo llaman los expertos) son un fenómeno del que depende, en buena parte, la salud de la naturaleza (concepto en el que está incluido el bienestar de los seres humanos).

Se definen como masas enormes de partículas de agua que viajan con ayuda del viento y que determinan la cantidad de lluvia que beneficia a regiones específicas.

Una buena guía para comprender la dimensión de los "ríos voladores" es tomar los estudios del científico brasileño Antonio Nobre, validados por la comunidad científica.

Para entender la magnitud de volumen de humedad trasladado, se ha determinado que se movilizan, en un día, 20.000 millones de toneladas de agua (el río Amazonas deposita en el océano Atlántico cada día 17.000 millones).

Varios fenómenos, un solo resultado

Las altas temperaturas en el área influenciada por la línea ecuatorial provocan la evaporación de las aguas del océano Atlántico. El vapor es arrastrado por los vientos alisios, hacia el interior del continente.

Se convierte luego en lluvias que mantienen verde la extensa cuenca amazónica. Cuando llueve, las raíces de los árboles absorben el agua y, luego, las hojas “sudan” vapor, mediante un proceso llamado evapotranspiración.

Otra vez, el vapor en la atmósfera se moviliza por la fuerza de los vientos. Tiene la capacidad de franquear el colosal macizo de la cordillera de los Andes y depositar las lluvias en el callejón interandino y en países no amazónicos como Paraguay, Uruguay y Argentina.

“Los procesos vitales que operan en la selva encierran una complejidad casi incomprensible, con un número astronómico de seres que funcionan como engranajes articulados en una fenomenal máquina de regulación ambiental”, explica Nobre.

La clave para que esto suceda son los árboles y, dicho con más detalle y precisión, el equilibrio de los bosques. Por ello, deforestar en la Amazonía no es solo destruir las especies sino robarse el agua.

"Antes de que se popularizaran los ríos voladores, ni los niños ni los adultos tenían la noción de que sin los ríos del cielo se secan los de la tierra", explicó el reconocido científico en una entrevista a BBC.

El páramo capta el agua que riega la sierra ecuatoriana. Foto: Pixabay.

El origen está en la Amazonía

Andrea Encalada dice de sí misma que “voy persiguiendo los ríos donde estén”. Es vicerrectora de la Universidad San Francisco de Quito e investiga los sistemas hídricos de la Amazonía sobre todo, durante años.

Expresa su preocupación por los cambios de patrones del agua: las corrientes oceánicas ya no son las mismas, y la cantidad de humedad en el colosal "río volador" amazónico tiene otra temporalidad.

Se calcula que en la Amazonía hay 5,5 millones de kilómetros cuadrados ocupados por bosques nativos, con aproximadamente 400.000 millones de árboles. Un árbol frondoso, con una copa de 20 metros de diámetro, transpira más de 1.000 litros en un solo día.

Según varias fuentes, en Ecuador pueden existir alrededor de 93.000 kilómetros cuadrados de bosques. Si este dato es real, el aporte de la evapotranspiración en el país equivale a unas 338 millones de toneladas de agua al día.

Vladimir Arreaga es el director de Pronósticos y Alertas Hidrometeorológicas del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi). Una de sus tareas es la investigación en varios estratos. “Necesitamos saber qué pasa a diferentes niveles”, recalca. Es decir, a diferentes altitudes y dentro de diversos sistemas atmosféricos.

Considera que estas “partículas de agua diminutas están suspendidas en el viento” y que “es importante saber en qué sistemas ingresan, en qué época del año, para una necesaria planificación”.

De la Amazonía al páramo

Se da por hecho que el agua para la Sierra se origina en los páramos, pero esa es una verdad relativa. Los "ríos voladores" transportan el producto de la evapotranspiración de los árboles de la Amazonía a los Andes, llueve y los páramos recogen el líquido.

“Nuestros páramos están alimentados por esta precipitación continua y gracias a que tenemos esta gran esponja de los páramos esta agua penetra, percola, se infiltra y se libera lentamente”: Andrea Encalada.

Ese es el origen de los riachuelos de las montañas de la serranía, que se juntan en el descenso y se convierten en los grandes ríos del país.

“En los últimos 30 años los patrones de precipitaciones, temperatura y CO₂ han cambiado muchísimo en la Amazonía, que se consideraba un sumidero de carbono. Ahora ciertas partes de la Amazonía son emisoras de carbono”, dice la experta.

Agrega que “hemos visto una extensión de los días secos en la Amazonía pero también muchos más eventos agresivos de inundaciones muy grandes. Esos dos extremos los estamos viendo en nuestra Amazonía” y se trasladan al resto del país.

Lo anterior no hubiera sucedido si no se hubiera perdido tanto bosque oriental. Pero pasó y sigue pasando, pese a políticas gubernamentales y esfuerzos de la autoridad (el Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica, como aún consta en el sitio oficial).

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Carolina Rosero, directora de Conservación Internacional-Ecuador, apunta que la autoridad ambiental está desconectada del resto de niveles de gobierno. Por ello, las políticas públicas no incluyen componentes ambientales, más allá de lo que anota la norma.

Considera que las empresas privadas deben avanzar de un concepto de filantropía a una participación mucho más activa, al protagonismo ambiental.

Todo esto, en un entorno nacional en el que el mayor riesgo contra los bosques amazónicos es la pobreza y, luego, la construcción de carreteras, temas sobre los que no hay claridad oficial.

Defiende los proyectos de correctores de conectividad como mecanismos adecuados para sostener economías que no provoquen la pérdida de bosques y que generen espacios para recuperar las especies amenazadas.

Lo más dramático es que la pérdida de árboles provoca una drástica disminución del agua transportada por los "ríos voladores". Si el ritmo de deforestación se mantiene, en poco tiempo Sudamérica será un enorme desierto.

Se puede evitar. Mirar al cielo y alegrarse de que los ríos voladores estén activos es un motivo para dar gracias. Para agradecer a los bosques.

Para tener en cuenta

• La transpiración de los árboles es mayor a la evaporación de los océanos.
• Las partículas de agua pueden viajar hasta 3.000 kilómetros.
• Los “rápidos” de los ríos volares se conocen como "jets" o chorros, y suelen suceder cuando los vientos chocan contra la cordillera.
• El chorro es el que transporta mayor cantidad de humedad y de modo más rápido.

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