El reciclaje en hogares retrocede y los residuos peligrosos siguen en la basura

El ahorro de agua y energía se mantiene en Ecuador, pero se sigue desechando pilas, focos... de modo incorrecto. En los barrios preocupan los animales sueltos.

El reciclaje en hogares retrocede y los residuos peligrosos siguen en la basura
En Sucúa (Morona Santiago) existen recipientes para colocar desechos orgánicos e inorgánicos. Foto: Youtopía Ecuador

En Ecuador, el cuidado del ambiente comienza en casa, pero los nuevos resultados del Módulo de Información Ambiental en Hogares 2025 del INEC muestran que ese camino avanza con pasos desiguales.

El informe señala que hay hábitos consolidados, retrocesos inesperados y prácticas que, pese a los riesgos, aún no logran cambiar.

El documento, basado en la información recogida en más de cinco millones de hogares como parte de la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (ENEMDU), revela un país que clasifica residuos con menos frecuencia que antes.

Además, que ahorra agua y energía, pero que continúa desechando pilas, focos ahorradores y otros residuos peligrosos, como si fueran basura común.

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Clasificar residuos: una costumbre que se enfría

Hasta hace un par de años, separar la basura parecía convertirse en un hábito creciente; sin embargo, los últimos datos dibujan otra realidad.

En 2025, apenas 62,5% de los hogares afirma clasificar alguno de sus residuos. La cifra, aunque mayoritaria, supone un retroceso frente a 2023, cuando el 65,8% lo hacía.

La conducta ambiental más extendida sigue siendo separar el plástico, presente en casi todas las rutinas familiares. Aun así, el porcentaje también bajó y hoy se ubica en 43,5%. Le siguen los residuos orgánicos y el papel o cartón, aunque con variaciones leves que revelan intentos intermitentes más que prácticas firmes.

Los materiales de menor clasificación —vidrio, metal y tetrapack— confirman una tendencia: mientras más complejo es el proceso de reciclaje, más baja es la participación de los hogares.

Pilas y focos: el punto ciego de la educación ambiental

Pero donde el panorama se vuelve preocupante es en el manejo de los residuos peligrosos. El INEC constata que, aunque los hogares han incorporado discursos sobre reciclaje y consumo responsable, no han logrado dimensionar el daño que causan objetos aparentemente pequeños como pilas, baterías o focos ahorradores.

Ocho de cada diez hogares —el 81,4%— desechan las pilas junto con el resto de la basura. Solo un 6,7% opta por centros de acopio o contenedores autorizados.

Y los focos ahorradores, que contienen sustancias tóxicas como mercurio, siguen un destino similar: apenas el 2% se deposita adecuadamente. La mayoría termina en bolsas plásticas que, días después, van a parar a un relleno sanitario sin ningún tratamiento especial.

El mismo patrón se repite con medicamentos caducados, insecticidas, productos de limpieza y cartuchos de impresoras.

En todos los casos, más del 80% de los hogares los mezcla con los desechos comunes, diluyendo así la noción de que el daño ambiental no siempre proviene de grandes industrias, sino también de gestos cotidianos.

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Ahorro de agua y energía: las prácticas mejor asentadas

No todo son alertas. En contraste, los hábitos de ahorro de agua y energía muestran mejores niveles de responsabilidad.

Casi todos los hogares —93,4%— afirman cerrar las llaves mientras se enjabonan las manos, lavan los platos o se duchan. El tiempo bajo el agua también se reduce: siete de cada diez personas aseguran bañarse en menos de 10 minutos.

En energía ocurre algo parecido. La cultura de “apagar la luz” parece estar firmemente consolidada. El 98,5% de hogares ya lo hace al salir de una habitación, y una amplia mayoría evita meter alimentos calientes al refrigerador o abre cortinas para aprovechar la luz del sol.

Estas cifras revelan que, cuando la acción es sencilla, visible y directamente relacionada con el ahorro del hogar, los hogares responden de manera rápida y sostenida.

Las compras siguen dominadas por el plástico

El consumo responsable, en cambio, muestra avances más lentos. Aunque existe mayor conciencia sobre el daño que causan las bolsas plásticas, siguen siendo las preferidas por el 83,3% de los hogares. Las opciones reutilizables avanzan, pero no logran reemplazarlas: apenas el 14,4% las usa.

Algo similar ocurre al momento de comprar electrodomésticos o alimentos. El precio continúa siendo el factor decisivo. Solo un 8,6% privilegia la eficiencia energética, y el interés por productos locales o ecológicos sigue siendo minoritario.

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Lo que preocupa en los barrios

El estudio del INEC también dibuja un mapa de los problemas ambientales que los ciudadanos sienten en su día a día.

El más citado es uno que se vive a simple vista: la presencia de animales callejeros y sus excrementos, señalada por el 43,5% de los encuestados.

Le siguen los ruidos excesivos, la acumulación de basura, la contaminación del aire y, en menor medida, el agua contaminada y la saturación visual de cables, antenas y publicidad.

Este conjunto de percepciones sugiere que muchos de los problemas ambientales tienen raíces urbanas y están vinculados al crecimiento desordenado de las ciudades.

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Sigue apareciendo primero en el Informe Ambiental 2024. Le siguen el ruido excesivo y la acumulación de basura.

Así se mueve el país

La movilidad también forma parte del módulo ambiental, y los resultados permiten observar cómo el país se desplaza. De las 14,6 millones de personas que pueden movilizarse, el transporte público sigue siendo la opción más utilizada.

El vehículo particular ocupa el segundo lugar, mientras que la bicicleta —que podría convertirse en una alternativa sostenible— aún es marginal y apenas llega al 1% de uso frecuente.

Las razones para moverse no sorprenden: el trabajo es el destino más mencionado, seguido por establecimientos educativos y mercados. En menor proporción aparecen visitas familiares, actividades recreativas o citas médicas.