Cohesión social, debilitada por desconfianza en la democracia
60% de latinoamericanos está insatisfecho con las instituciones y siente incertidumbre. Dos hallazgos Informe 2025 de Desarrollo Humano del PNUD.

Seis de cada diez habitantes de América Latina y el Caribe considera que las instituciones no representan verdaderamente sus intereses, lo que debilita la gobernanza y la cohesión en la región.
Esta conclusión es el principal resultado del Informe Regional de Desarrollo Humano 2025, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El documento se titula “Bajo presión: Recalibrando el futuro del desarrollo en América Latina y el Caribe”. Se demandan ajustes inmediatos, porque los datos están el niveles de alerta.
Pese a que existen derechos políticos, como el voto, muchos ciudadanos consideran que las instituciones no representan verdaderamente sus intereses.
Pero un tema inusual en este tipo de informes sobre índices de desarrollo humano es la incertidumbre, que se erige como un elemento central.
Un factor que agrega dificultad a este escenario es la polarización, un fenómeno que en la región creció mucho más rápido que en el resto del mundo.

Frente a los resultados, Almudena Fernández, economista jefe del PNUD para Latinoamérica, alertó que no se puede pensar en desarrollo humano sin hacer algo para manejar esta incertidumbre y para manejar estos riesgos.
"El desarrollo humano sin hacer algo para manejar esta incertidumbre y para manejar estos riesgos, es decir, sin construcción de resiliencias, ya no es viable": Almudena Fernández
El escenario sobre el que se hizo el estudio es de desigualdad persistente, desconfianza en las instituciones, impactos del cambio climático, vulnerabilidades económicas y un cambio tecnológico acelerado que está transformando los mercados laborales y la gobernanza.
María José Andrade es dirigente de Economía y Desarrollo Humano de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae).
“Los pueblos indígenas somos los más afectados por la pobreza y por la informalidad en educación y en empleo. Y, por ende, somos las poblaciones más objetivizadas a ser parte de economías que generan daño dentro de nuestros territorios”.
Esto lo dijo al participar en el evento de presentación de este informe, que actualizó la información de que hay un 3% de ricos y un 58% que se mueve entre la pobreza y la vulnerabilidad. El resto es clase media.
En América Latina y el Caribe han sucedido tres cosas: lo primero es que ha habido avances importantes. Lo segundo, que esos avances han beneficiado a la población de manera desigual. Tercero, en algunas áreas hay retrocesos.
En la región, la desigualdad económica es una de las más altas del mundo, con una concentración de riqueza que limita oportunidades para millones de personas.
Es notable la desaceleración, la pérdida de impulso de las mejores del bienestar de las personas, de la protección de la naturaleza, de la solidez de las instituciones.

Ecuador: recalibrar el modelo
Entre 193 países, Ecuador ocupa la posición 89 en cuanto a políticas públicas eficientes (o deficientes) para mejorar el bienestar de sus habitantes.
En el Informe se considera que Ecuador debe actuar con urgencia para recalibrar el modelo de desarrollo, lo cual se logra, en primer lugar, situando la resiliencia humana en el centro de la agenda.
Con ello se logra fortalecer las capacidades institucionales, promover la agencia y la inclusión, e impulsar una gobernanza proactiva y adaptada a las complejidades actuales, dice el Informe.
Si bien Ecuador tiene ejemplos de innovación social y de resiliencia comunitaria, retos fundamentales son la transición ecológica justa, la reducción de las desigualdades y el fortalecimiento institucional.
El documento alerta que el cambio climático amenaza con incrementar la pobreza y desplazar comunidades enteras, lo cual afecta “especialmente” a los más vulnerables.

Durante la presentación del estudio, el ministro ecuatoriano de Desarrollo Humano, Harold Burbano, anunció que “este año (2025) comenzará la elaboración de la estrategia nacional para la erradicación de la pobreza, con un objetivo a 15 años”.
Y agregó que una de las acciones más importantes, como la entrega de bonos, debe estar acompañada de “servicios públicos de calidad, gratuitos y cercanos a la ciudadanía, que descarguen a la familias un peso económico fuerte y les den la posibilidad de salir a generar emprendimientos o tener empleo”.
Llama la atención lo que el PNUD considera “una paradoja”: si bien se ha mejorado en cuanto a los niveles de escolaridad y esperanza de vida, es creciente el sentimiento de inseguridad y falta de bienestar.
El informe fue presentado por Michele Muschet, directora Regional del PNUD para América Latina y el Caribe. Asistió la vicepresidenta de la República, María José Pinto.
La segunda mandataria partició en el evento a través de un video grabado en el lago San Pablo (Imbabura), una provincia que en este momento es escenario de protestas por la eliminación del subsidio al diésel Premium.
“Compartimos plenamente el objetivo del PNUD de impulsar programas de resiliencia social y educativa, siempre poniendo a la gente en el centro”: María José Pinto
Incertidumbre y resiliencia
En el mundo anglosajón se acuñó este conjunto de tres iniciales, que corresponden a la frase en inglés "business as usual", y que se refiere a hacer las cosas de la misma manera.
El PNUD llama la atención sobre esta manera de hacer políticas públicas y asegura que el gran problema es seguir haciendo las cosas como se las hacían antes y, peor aún, hacerlas de modos que se creían superados.
Por eso, el documento hace referencia a “recalibrar” el futuro: los países deben comenzar a tomar decisiones sólidas en asuntos que permitan que las personas mejoren su bienestar.
Le ha puesto mucho énfasis en nombrar a esta como la era de la incertidumbre. Incertidumbre, en el sentido de que hay desconocimiento de lo que está pasando y, sobre todo, de lo que va a suceder. Se asocia a inseguridad, inquietud, duda, recelo.
De esto se deriva lo que PNUD llama “deterioro de la agencia”, que significa que las personas tienen menos confianza en el futuro y, por ello, pierden la capacidad de actuar para mejorar su vida.
La creciente presión sitúa el concepto de resiliencia en el centro de la agenda de desarrollo, posicionándolo como el camino a seguir en ALC, insiste el informe.
No consiste solo en resistir las amenazas o gestionarlas. Tiene que ver fundamentalmente con la agencia, trazar un camino hacia adelante y construir el futuro del desarrollo en ALC.
Además, agrega, “Supone pasar de un escenario en el que los hogares se enfrentan solos a las crisis, a otro en el que los riesgos se gestionan de forma colectiva, garantizando que las personas dispongan de mecanismos fiables para hacerles frente sin sufrir repercusiones duraderas”.
La resiliencia representa una esperanza en el futuro. Es la certeza de que las personas y las sociedades serán capaces de resistirlas sin renunciar a sus libertades e, incluso, salir fortalecidas, concluye.
