Mujer de 94 años herida por "perro de compañía callejizado" en Conocoto se recupera
En la Capital hay 150.000 animales sueltos en los espacios públicos. Unos 20 ataques se reportan cada mes.
Una adulta mayor de 94 años fue atacada el 29 de noviembre de 2024 por un perro en un espacio público de Conocoto. La Unidad de Bienestar Animal (UBA) acudió al llamado de la Unidad de Policía de Protección del Medio Ambiente (UPMA).
La UBA informó que la mujer sufrió heridas de consideración en sus extremidades superiores y fue trasladada a una casa de salud y hospitalizada. El perro fue llevado al Centro de Atención Veterinaria, Rescate y Acogida Temporal de Calderón.
Este ejemplar, informó la UBA, es de raza similar a pitbull, tiene unos dos años de edad y se comporta de manera agresiva. Se le hará una evaluación etológica, es decir, un análisis para comprender su comportamiento y sus necesidades.
El perro estaba constantemente en el espacio público sin supervisión, según el testimonio de los vecinos, que ayudaron a localizar al tutor. Este reconoció que el perro es agresivo y a veces tenía que encadenarlo, detalló la UBA.
Personal de la institución retiró también a dos perras con tutor que estaban en el espacio público y solían mantener contacto con el perro agresor de la adulta mayor. También serán sometidas a evaluación para saber si representan un peligro para los vecinos.
En Quito se denuncian unos 20 ataques mensuales; a veces se dirigen a otros perros, como el de raza mediana que murió después de ser agredido por dos pitbulls en marzo de 2024, también en Conocoto.
En el hospital del Sur, fueron registrados en 2022 y 2023 unos 17 casos al mes de personas mordidas.
Diario La Hora informó, a propósito de las mordeduras que sufrió una mujer de 44 años en enero de 2023 en Guajaló, que en 2022 se produjeron 11.680 ataques a personas en Ecuador, según el registro de personas atendidas por el Ministerio de Salud Pública (MSP).
Según la misma fuente, las emergencias en hospitales a escala nacional por esta causa pasaron de 5.044 en 2020, a 11.088 en 2021 y a 11.680 en 2022. La mayoría de ataques provienen de perros vagabundos, incluidos los que tienen tutor.
Animales vagabundos, ¿cientos de miles o un millón?
En 2023, la UBA estimó el tamaño de la población de animales en la calle en Quito (perros y gatos). Concluyó que hay un perro por cada 19 habitantes y que el 67% está en jauría, mientras el 33% permanece solo. Las cifras se hacen públicas cada mes.
La investigación se desarrolló en 53 parroquias de Quito, en alianza con la academia e instituciones. Trabajaron 1.382 voluntarios desde septiembre hasta diciembre de 2023. Usaron metodologías confiables para comprender mejor la situación de la fauna urbana e implementar acciones, dijo la UBA.
Se empleó muestreo a distancia y conteo directo de animales en condición de calle, “es decir, perros y gatos que en ese momento estuvieron en espacios públicos sin supervisión, ya sean callejeros, callejizados, comunitarios, asilvestrados, con habitantes en condición de calle”.
Si se parte de que la población del Distrito Metropolitano de Quito es, según la estimación del INEC actualizada a la fecha, de 2.838.174 habitantes, se puede concluir que en la Capital hay más de 149.377 perros en esas condiciones (por cada tres machos hay una hembra).
El estudio destacó que en zonas del norte como Calderón, El Condado, Cochapamba y Llano Chico el problema creció, mientras disminuyó en parroquias del sur como Guamaní y Turubamba. La Ecuatoriana destaca por la mayor densidad de perros en condición de calle por kilómetro lineal.
Estas cifras, aunque preocupantes, son diferentes a las que se manejaron en 2022: la jefe de la unidad de vigilancia e investigación de la UBA explicó entonces que en marzo de ese año hicieron un censo en el Distrito para identificar la población de perros y gatos que viven en calle.
“Por cada kilómetro cuadrado hay 183 perros y 131 gatos abandonados; es decir que existen 775.005 perros vagabundos y 554.785 gatos en las mismas condiciones. Hay un total de 1.329.790 animales que no tienen un hogar”.
Un problema de maltrato y convivencia
No se sabe cuántos de estos animales vagabundos definitivamente no tienen propietarios responsables y cuántos sí los tienen. El perro que atacó a la mujer en Conocoto tiene un tutor que no cumplió la normativa vigente.
Tanto los unos como los otros encuentran en la calle (vías, parques, terrenos abandonados) un espacio para vivir y alimentarse. Están expuestos a una serie de peligros, maltratos, enfermedades y hambre. Y también pueden llegar a atacar a sus congéneres y a humanos.
En ocasiones, los tutores consideran normal dejar a sus perros en las calles de los barrios donde habitan, mientras ellos se trasladan a otros sitios de la ciudad a trabajar. Estos perros forman manadas que revuelven la basura en busca de comida.
El problema no sucede solo en Quito. En Guayaquil, por ejemplo, hay unos 500.000 animales abandonados, según una tesis universitaria.
Y el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública lanzó un estudio para determinar la cantidad de perros callejeros en las dos ciudades.
Se busca describir a esta población y correlacionarla con variables ambientales, investigar la dinámica cotidiana y validar el uso de la aplicación Epi Collect en teléfonos inteligentes para la toma de datos en encuestas.
Más allá de las sanciones
En casos como el de Conocoto, la UBA aplica un procedimiento administrativo basado en la Ordenanza Metropolitana No. 072-2024, que regula los aspectos relacionados con la fauna urbana y sus sanciones, que incluyen servicio comunitario.
En este caso, se trata de una infracción muy grave por "mala tenencia de animales de compañía", según el boletín publicado por la entidad, cuya sanción es de 10 salarios básicos: USD 4.600.
Además, los familiares de la persona herida interpondrán una denuncia penal y, de corroborarse la responsabilidad del tutor del perro, podría enfrentar una pena de privación de libertad, señaló la UBA.
La entidad hace notar que la presencia de animales en situación de calle trae problemas multidimensionales, que incluyen aspectos de salud pública, éticos, sociales y ambientales, así como el riesgo de transmisión de enfermedades zoonóticas y proliferación de plagas.
Por eso cree necesario expandir los estudios para incluir un censo de animales de compañía casa por casa en áreas rurales, así como involucrar a instituciones relevantes en la gestión de esta problemática. Por esa razón puso en marcha la estrategia “Dejando Huella”.
Esta estrategia permitirá mantener contacto directo con líderes barriales para capacitación constante y así lograr un censo poblacional, atender casos urgentes y que la UBA pueda llegar a los lugares más necesitados, generar conciencia y responsabilidad ciudadana.
Asimismo, cree necesario enfrentar el problema con ferias de salud animal, entre otros. Y para garantizar el bienestar de los animales a largo plazo, aplica la estrategia “Atrapar, Esterilizar, Retornar (A.E.R.)”. Entre enero y mayo de 2024, esterilizó a 907 gatos y perros.
Otra alternativa a la que anima la institución a los residentes en Quito es la adopción de los perros callejeros; varias organizaciones se dedican a esta dura tarea. Pero decididamente la educación y la empatía con los animales es prioritaria.
Animales de compañía, no mascotas
Hoy es inadecuado hablar de mascotas. El término aceptable es “animales de estima y para compañía”: un animal domesticado que se mantiene con la finalidad de acompañar a su tenedor responsable. No pueden ser utilizados para actividad lucrativa alguna.
La Ordenanza 072-2024 también diferencia entre “Animales vagabundos o callejizados” y “Animales vagabundos errantes o en condición de calle”, aunque en la práctica es difícil notarla, pues los dos están en los espacios públicos. El detalle está en su tutoría.
Los primeros son aquellos “que cuentan con un tenedor permanente conocido y que son expuestos a deambular en el espacio público en busca de alimento, al maltrato, a la reproducción sin control, enfermedades, atropellamientos y peleas con otros animales”.
Y los segundos, “aquellos que no cuentan con un tenedor responsable permanente conocido que deambulan en el espacio público en busca de alimento y están expuestos a maltrato, reproducción sin control, enfermedades, atropellamientos y peleas con otros animales”.
Pero un animal de compañía, en efecto, puede llegar a ser considerado un animal vagabundo o callejizado, como es el caso del que provocó el reciente ataque.