Las deficiencias eléctricas contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero
En las últimas tres décadas, la región ha experimentado pérdidas promedio cercanas a 17% del total de energía generada
Xavier Basantes, desde Asunción
En una de las calles del Centro Histórico de Asunción, los cables incrustados en un poste de energía eléctrica no permiten admirar el paisaje urbano.
Esas cuerdas, además de afectar el entorno y ocasionar contaminación visual, envejecen, se destruyen y al final afectan la distribución de energía.
Este tipo de cables son parte del conjunto de insumos que abonan a las pérdidas eléctricas en la región, y esa deficiencia se constituye en un desafío para el sector.
Estas mermas se calculan como la diferencia entre la cantidad de electricidad generada y la electricidad facturada a los consumidores finales.
En las últimas tres décadas, América Latina y el Caribe (ALC) han experimentado pérdidas en transmisión y distribución cercanas a 17%, en promedio, del total de energía generada.
Eso significa que, de cada dólar que se destina a estas actividades se recuperan 83 centavos.
Así lo revela el estudio Economía de las Pérdidas de Electricidad en ALC, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que fue presentado en la IX Semana de la Energía de Olade, en Paraguay.
Un problema regional
Las pérdidas promedio cercanas a 17% es una cifra que triplica la de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En 2019, estas pérdidas, alcanzaron 120 teravatios/hora (TWh), equivalentes a la energía total generada por fuentes solares y eólicas en la región ese año.
El problema es amplio, señala el documento, afectando a 22 de los 26 países de la región, todos con pérdidas superiores a 10%.
El costo para las empresas de distribución por las pérdidas eléctricas fluctúa entre el 0.19% y 0.33% del PIB de la región.
“Altos niveles de pérdidas impiden la viabilidad financiera de las compañías eléctricas y pueden tener consecuencias fiscales y operativas, como socavar la capacidad de mantener y expandir una infraestructura adecuada”.
Así lo señala Ariel Yépez, uno de los autores del estudio del BID. El mexicano menciona que las deficiencias de calidad pueden impactar la competitividad de la economía y, en particular, reducir la confiabilidad del suministro de energía para los grupos más vulnerables.
Aporte para mitigar el cambio climático
Las pérdidas eléctricas también contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero, lo que socava los esfuerzos para disminuir estas emisiones mediante el uso de energías renovables.
“Las pérdidas eléctricas no técnicas incrementan las emisiones de gases de efecto invernadero porque la energía no facturada fomenta el consumo excesivo”, dice Yépez.
Se calcula que las pérdidas eléctricas son responsables de la producción de entre 5 y 6 millones de toneladas de CO2 cada año.
Esta cifra es comparable con las emisiones generadas por 1.3 millones de vehículos de gasolina o el consumo de 661 millones de galones de gasolina anualmente.
Una perspectiva global
Las pérdidas de electricidad en los sistemas de transmisión y distribución son un problema global que está presente, en mayor o menor medida, en todas las regiones del mundo.
Se calcula que el mundo pierde anualmente aproximadamente 400 TWh de energía. Ello equivale al consumo de electricidad de México y Chile en el año 2019.
En términos de cantidad de energía perdida, la región de América Latina y el Caribe (ALC) solo es superada por la India.
En ALC la mayor parte de la electricidad se pierde en el sistema de distribución.