Florícolas enfrentan el cambio climático reduciendo su huella de carbono
Por Cristina Márquez
El reemplazo de los envoltorios plásticos de las flores por otros de papel, mejoras en el proceso de compostaje de residuos orgánicos y la disminución en la generación de desechos son algunas de las primeras acciones que emprendieron 102 empresas florícolas del Ecuador para reducir su huella de carbono y enfrentar así el cambio climático.
El sector trabaja arduamente en una medición precisa de los gases de invernadero que emiten con su actividad y analiza diferentes planes de compensación ambiental que podrían implementarse a partir del 2024.
Entre tanto las florícolas tienen la meta de reducir significativamente su huella de carbono en al menos el 64% de su producción (2600 hectáreas).
Para los propietarios de las fincas florícolas lograr la certificación no solo implica una reducción en los costos de producción, sino el cumplimiento de uno de los ocho ejes de las Naciones Unidas.
Esto, mejoraría la reputación de las flores ecuatorianas en el mercado internacional.
Iniciativa Ecuador Carbono Cero busca más sectores comprometidos con el ambiente
En abril pasado representantes del sector florícola firmaron un compromiso con el programa Ecuador Carbono Cero, una iniciativa propuesta por el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate).
Este programa consiste en incentivar a las empresas, organizaciones e industrias del país a reducir o compensar su huella de carbono. Esto implica eliminar el total de los gases de efecto invernadero que se producen al desarrollar su actividad.
Los gases de efecto invernadero tienen una procedencia natural y principalmente antropogénica como el dióxido de carbono, el vapor de agua, el metano, el óxido nitroso, entre otros. Estos se acumulan en la atmósfera de la tierra, absorben la energía infrarroja del sol y causan el calentamiento del planeta.
“En Ecuador ya hemos vivido los efectos del calentamiento global. La sequía de Loja, es un ejemplo de cómo el cambio climático puede afectarnos”, dijo Karina Barrera, subsecretaria de cambio climático del Maate.
Para ella el que el sector florícola se haya sumado al programa es muy relevante debido a que se trata del quinto sector económico más importante del país. “Hay muchas ventajas para las empresas que decidan reducir su huella de carbono, optimizan sus procesos, reducen sus costos, y mejoran su reputación”, dice Barrera.
Al momento hay 230 empresas que ya se adhirieron al programa. Las organizaciones que cumplan la meta ambiental recibirán una certificación otorgada por el Maate.
Las fincas florícolas tienen nuevas estrategias para cumplir sus metas ambientales
Medir la huella de carbono que dejan las empresas florícolas es el primer paso para la reducción y para diseñar un programa de compensación. Alejandro Martínez, presidente de Expoflores, explica que encontrar un método preciso de medición no ha sido una tarea fácil.
“Tuvimos que encontrar una calculadora de carbono que considere los activos vegetales y luego hacer varias modificaciones físicas al proceso para poder tener una medición exacta”, dice Martínez.
Él explica que, además del compromiso que firmaron con el Maate, el sector siempre ha estado comprometido con el cuidado ambiental.
Desde hace 17 años exploran formas de mejorar sus prácticas agrícolas para minimizar el impacto de esa actividad en el medio ambiente.
En el 2020 Expoflores aprovechó la temporada de la pandemia para hacer pruebas de medición de carbono en ocho fincas de Imbabura, Carchi y Pichincha. La calculadora se usó con diferentes tipos de cultivos de flores.
Los resultados los llevaron a tomar varias decisiones que están en fase de implementación en las demás fincas agremiadas. La primera acción fue reducir el uso de plásticos, se reemplazaron los envoltorios de las flores por otros de papel.
Los sistemas de compostaje ahora son más efectivos, se aprovechan todos los residuos vegetales para convertirlos en abono. Además, todos los desechos generados en la actividad se reciclan.
La meta inicial para lograr la reducción de sus emisiones estaba programada para el 2030, sin embargo, Martínez asegura que esperan hacerlo hasta el 2024.
Para ese año esperan tener los resultados precisos de la medición del carbono e iniciar la implementación de los planes de compensación.
Algunas de las opciones que analizan son la reforestación de tres páramos, la adquisición de un sistema de microturbinas para riego o la implementación de un megasistema solar para abastecer de energía a las fincas y a las comunidades aledañas.