Erosión regresiva del río Coca: un golpe a la megadiversidad amazónica con 508 ha de bosque perdidas
La erosión regresiva del río Coca afectó el bosque nativo entre junio del 2020 y enero del 2024. Existen riesgos en la zona de influencia del río.
La erosión regresiva del río Coca produjo la pérdida de 508 hectáreas de bosque en tres años, entre junio de 2020 y enero de 2024.
Así se desprende de un informe de MAAP, Proyecto de Monitoreo de los Andes Amazónicos, impulsado por Fundación EcoCiencia y Amazon Conservation.
Esta iniciativa tiene el apoyo de la Agencia Noruega de Cooperación para el Desarrollo (Norad).
“La pérdida de bosques se está expandiendo de forma alarmante en múltiples frentes, ya que aún no se desarrollan técnicas que ayuden a mitigarlo”, señala el reporte.
La erosión regresiva del río Coca
En febrero de 2020, ocurrió un fenómeno que ocasionó la desaparición de la cascada de San Rafael, la más alta del Ecuador. Esta tenía 150 metros de altura y 14 metros de ancho.
La causa principal se atribuye a la erosión regresiva que cambió el curso del río, a través de un proceso que produce variaciones en el caudal y la descarga de sedimentos.
Para determinar el impacto se efectuó un monitoreo satelital, con el fin de detectar y cuantificar la deforestación.
Esto, debido a la erosión regresiva a lo largo este tramo del río Coca aguas abajo de la represa hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, ubicado entre las provincias de Napo y Sucumbíos.
La incidencia en la central Coca Codo
La obra de captación de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, que produce hasta 30% de la energía eléctrica, está solo 15.5 km río arriba de la cascada San Rafael (ver Mapa Base).
Y también está en riesgo de ser afectada por la propagación de la erosión regresiva en el río Coca.
Los cambios en los regímenes de flujo y el equilibrio del transporte de sedimentos en el río, relacionados con la construcción y operación de la presa, “podrían haber acelerado el proceso que capturó el canal del río Coca y provocó la desaparición de la cascada San Rafael”.
Como consecuencia de los nuevos y continuos movimientos a lo largo del río Coca y la erosión regresiva, también se ha generado un gran impacto ecológico: la pérdida de bosque nativo.