'Ecuador no tiene una norma ante las emisiones de dioxinas'
La bióloga chilena Alejandra Parra advierte que el país carece de una legislación para regular las emisiones de uno de los contaminantes más tóxicos.
La gestión de residuos atraviesa un momento de revisión, en el que distintas alternativas tecnológicas —incluida la incineración— vuelven a evaluarse a la luz de sus impactos ambientales, sanitarios y normativos.
En este contexto, la bióloga chilena Alejandra Parra analiza los riesgos ambientales y sanitarios de la incineración y de los llamados sistemas 'waste to energy' (conversión de residuos en energía).
La experta advierte que, a diferencia de otros países o regiones como la Unión Europea (UE), Ecuador carece de una norma que regule las emisiones de dioxinas, un vacío normativo que expone a la población a impactos severos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte los riesgos de las dioxinas para la salud humana.

¿Cómo definiría la incineración de residuos y cuáles son los principales argumentos a favor y en contra?
La incineración de basura o residuos se define técnicamente como la transformación térmica de los desechos mediante altas temperaturas.
Quienes defienden esta tecnología destacan, por un lado, la reducción del volumen de basura, y por otro, la idea de que “al quemar la basura, desaparece”.
Para hacer más aceptable este proceso, se desarrollaron los sistemas 'waste to energy', que permiten generar electricidad a partir de los residuos.
“La basura no desaparece; solo se transforma en ceniza, emisiones al aire y calor”.
Sin embargo, desde una perspectiva crítica, que prioriza la salud ambiental y pública sobre los intereses privados, estas afirmaciones no son del todo ciertas.
¿Qué ciudades ya enfrentan las consecuencias de la incineración?
Muchos incineradores existen en Norteamérica y Europa desde los años ochenta. En esas regiones, las comunidades cercanas pronto advirtieron los efectos negativos sobre la salud y comenzaron a reclamar.
Por eso se introdujo el 'waste to energy', que busca aprovechar el calor para generar electricidad y dar una imagen más positiva a la incineración.
Aunque los nuevos sistemas funcionan mejor que los antiguos, siguen emitiendo contaminantes tóxicos que se acumulan en el ambiente.
Actualmente, investigaciones europeas con bioindicadores arrojan resultados alarmantes sobre los impactos en la salud humana y en la producción de alimentos, incluso con incineradores de última tecnología.
¿Qué factores ambientales deben considerarse si existe interés de apostar por la incineración, para la disposición final de residuos?
Los estudios de impacto ambiental deben incluir la topografía, el clima, la dirección y velocidad del viento, los cursos de agua, la calidad del aire, la existencia de áreas protegidas, la densidad poblacional y los sistemas de producción de alimentos cercanos.
Todos estos factores son esenciales para evaluar la viabilidad ambiental y los posibles efectos sobre la salud de la población.
Algunos defienden la incineración como fuente de energía renovable. ¿Qué tan cierto es esto?
La idea de que la incineración genera energía limpia es falsa. En Norteamérica y Europa, incluso se retiraron los subsidios que habían recibido como “energía renovable”, porque se comprobó que es energía sumamente sucia.
La basura tiene bajo poder calorífico comparado con combustibles fósiles tradicionales, por lo que por cada unidad de energía producida se generan más gases de efecto invernadero.
Además, la fracción plástica -que hay en la basura-, derivada del petróleo y con miles de aditivos, es altamente tóxica cuando se quema.
“No existe energía limpia a partir de la incineración; quemar basura genera gases de efecto invernadero y sustancias extremadamente tóxicas”.
¿Existe alguna forma de generar energía con residuos que sí sea recomendable?
Sí. La biodigestión anaeróbica de residuos orgánicos es un proceso biológico que transforma los residuos en digestato, que puede volver al suelo como nutriente, y en biogás, que se puede usar para generar electricidad o como combustible.
Este proceso reduce emisiones de gases de efecto invernadero y no quema la basura directamente, a diferencia de la incineración o los sistemas waste to energy.
¿Cuál es la evidencia científica sobre los efectos de la incineración de residuos en la salud humana?
Existen estudios de más de 10–20 años que muestran mayor mortalidad y aumento de cánceres, especialmente linfoma de Hodgkin, cerca de incineradores.
Investigaciones recientes con bioindicadores en Europa detectan altas concentraciones de dioxinas, sustancias extremadamente cancerígenas que se forman al quemar basura y que no tienen dosis segura de exposición.
Actualmente, Ecuador no tiene una norma de emisiones de dioxinas, lo que significa que no hay obligación de monitorear ni limitar su liberación.
“Ecuador no tiene una norma de emisiones de dioxinas, por lo que la población está expuesta a estos contaminantes”.
Las emisiones reales pueden ser hasta mil veces mayores de lo que indican los monitoreos oficiales, incluso con incineradores de última generación.
¿A quién correspondería impulsar la normativa sobre emisiones de dioxinas?
Las autoridades de salud y medio ambiente deberían trabajar juntas para establecer límites de exposición y proteger la salud de la población, especialmente en áreas donde se realiza co-incineración de residuos.
¿Qué riesgos enfrenta Ecuador al no contar con esta norma?
El vacío normativo expone a la población a un mayor riesgo de cáncer, problemas hormonales, alteraciones en el desarrollo infantil y daños a la fertilidad.
Las dioxinas son persistentes y se bioacumulan en la cadena alimentaria, afectando a los seres humanos de manera directa.
¿Qué referencias internacionales podrían servir para Ecuador?
La norma europea establece límites basados en la mejor tecnología disponible, aunque no protege totalmente la salud humana.
Las recomendaciones de la OMS ofrecen límites más estrictos que podrían guiar la normativa nacional.
¿Qué alternativas existen ante la saturación de los rellenos sanitarios?
La solución propuesta por la Estrategia Basura Cero consiste en prevención y separación en origen, tratamiento de residuos orgánicos mediante procesos biológicos y aprovechamiento de reciclables.
“La verdadera solución está en prevenir los residuos, separar en origen y tratar los orgánicos mediante procesos biológicos”.
Esto reduce significativamente la cantidad de residuos que llega a disposición final y ofrece una solución sostenible a largo plazo.
¿Qué recomendaciones daría a las autoridades ecuatorianas?
Primero, emitir con urgencia una norma que limite y monitoree las emisiones de dioxinas y furanos.
Segundo, respetar la jerarquía de gestión de residuos que prioriza la prevención y el reciclaje, dejando la disposición final como último recurso.
Quito enfrenta problemas de gestión de residuos y dispone de un relleno sanitario con vida útil limitada. ¿Cuál podría ser la alternativa?
Antes de responder, quisiera hacer una aclaración. No se está planteando instalar una planta incineradora dentro de Quito, sino analizar un enfoque más amplio de gestión de residuos.
Uno de los elementos que se considera en esta estrategia es la producción de combustibles derivados de residuos: se trataría de extraer de la basura mezclada aquellos materiales que no pueden reciclarse ni compostarse y transformarlos en combustible.
En algunos planteamientos, este combustible derivado de residuos podría trasladarse a instalaciones externas, como una cementera en Otavalo, para su uso industrial.
Cualquier proceso de combustión genera emisiones, por lo que la planificación debe incluir estudios de impacto ambiental que evalúen la dispersión de contaminantes, la influencia de la topografía y el transporte de los materiales, así como su posible interacción con sistemas de producción de alimentos.
Alejandra Parra. Bióloga en Gestión de Recursos Naturales por la Universidad Católica de Temuco y Máster en Planificación por la Universidad de Otago, Nueva Zelanda. Ha trabajado en instituciones públicas, ONG y organizaciones ciudadanas. Es asesora en plásticos y Basura Cero para GAIA en América Latina y el Caribe, y fue Coordinadora Nacional de la Alianza Basura Cero Chile. Su labor se centra en políticas de reducción de residuos, prevención, economía circular y justicia ambiental.


