El objetivo de descarbonizar pasa por alcanzar una matriz energética más verde
Autoridades de la región se comprometen por la integración y la eficiencia energética
El tiempo apremia. Al menos, en los compromisos adquiridos durante la IX Semana de la Energía, delegados de la región acordaron promover la descarbonización.
La descarbonización es un proceso de reducción de emisiones de carbono (sobre todo CO2) y es parte de las obligaciones asumidas en la Agenda 2030.
La principal actividad que emite CO2 proviene de los combustibles fósiles, para generar energía, y esta es una de las principales causas para el calentamiento global.
Desde 1850, la actividad humana ha causado la emisión de más de 2.300 gigatoneladas de dióxido de carbono (CO2), de las cuales, el 68% provino del uso de energía generada por fuentes fósiles.
“Estamos enfrentando muchos aspectos adversos del cambio climático en la actualidad. Y si no actuamos ahora, nos espera una situación bastante grave con el aumento de la temperatura”.
Así lo asegura Sindy Salgado del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Y ese es el sentir de quienes ven en la transición energética justa y sostenible, una alternativa.
Las acciones prioritarias
Para lograr el objetivo de la descarbonización se debe trabajar en cuatro frentes señala Gabriela Elizondo, gerenta de Prácticas de Energía del Banco Mundial para América Latina.
La primera es trabajar por una matriz energética más verde e introducir más energía renovable.
Además, cree indispensable descarbonizar la industria. “Para ello hay que electrificarla al máximo (con energías renovables), para que ya no dependa de los combustibles fósiles”.
Un tercer elemento es descarbonizar el transporte, sobre todo el público. Y por último, considera fundamental afianzar la transición energética justa.
“Hay que considerar la situación social y ambiental de nuestros países, para que no haya pobreza energética en ningún lugar”, apunta Elizondo.
Compromisos regionales
En Paraguay se realizó la IX Semana de la Energía y allí se desarrolló la LIV Reunión de Ministros y Ministras de Energía, impulsada por la Organización Latinoamericana de Energía (Olade).
20 delegaciones ministeriales debatieron sobre la agenda energética de América Latina y el Caribe. Por Ecuador asistió el Embajador en Paraguay, Santiago Ruiz.
Entre los acuerdos alcanzados, explica Andrés Rebolledo, secretario Ejecutivo de Olade, se destaca la creación de un Consejo Regional de Planificación y la adopción de una meta regional de eficiencia energética.
Además, se pactó detener la construcción de nuevas plantas carboeléctricas y se estableció un Grupo de Trabajo de Energía Nuclear, para fortalecer la colaboración en ese ámbito.
Por último, se transmitió la solidaridad con los países que enfrentan cortes de suministro eléctrico y precisamente Ecuador es uno de los países más afectados por la sequía y los racionamientos.
Barreras para la integración energética
En el marco de la IX Semana de la Energía, el presidente de Paraguay, Santiago Peña, abogó por fortalecer la integración energética regional.
“Nos encontramos en un momento crucial, en el que los desafíos energéticos y climáticos se intensifican en un contexto global complejo”, añadió el Mandatario.
No obstante, un análisis de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, señala que la integración energética en la región ha tenido diferentes niveles de avance, pero persisten barreras que obstaculizan su desarrollo pleno.
De ellas, se destacan tres. Los países de la región consideran la seguridad del suministro y el autoabastecimiento, prioritarios; la dependencia de otros implica riesgos estratégicos, especialmente en contextos de debilidad institucional característicos en varios de ellos.
Un segundo aspecto tiene que ver con las interconexiones que requieren superar desafíos técnicos, como la diferencia de frecuencia entre países (por ejemplo, entre Brasil y sus vecinos).
Y por último, la falta de simetría y estabilidad regulatoria también juega un papel crucial. Las exigencias técnicas de los organismos coordinadores y la armonización de las políticas energéticas entre naciones -con diferentes marcos regulatorios- presentan complejidades adicionales.
El potencial renovable
La región goza de excelentes condiciones naturales para atender los desafíos que presenta la electrificación verde. Esto incluye recursos hídricos, irradiación solar y exposición eólica.
Sin embargo, la dotación de estos recursos es dispar entre países y regiones. La capacidad de generación de la fuente hidroeléctrica de la región alcanza los 199,5 GW, equivalente al 41% de la capacidad total de 2021.
No obstante, estos desarrollos no agotan el potencial hidroeléctrico excepcional de América Latina y el Caribe, estimado en 677 GW por la Olade.
Adicionalmente, casi todos los países cuentan con un buen potencial solar (superando la media mundial) y en algunos de ellos, como Bolivia y especialmente Chile, es el mayor del planeta.
Asimismo, aproximadamente un tercio de los países tiene un elevado potencial eólico, destacándose los casos de Argentina, Chile y Costa Rica.
Inversiones por un trillón de dólares
La transición demandará inversiones importantes en infraestructura y capital, que precisarán de recursos financieros.
Gabriela Elizondo añade que el rol del financiamiento es fundamental. Explica que para cumplir el Acuerdo de París a nivel global se requiere invertir alrededor de un trillón de dólares anuales, pero no se tienen esos fondos.
“Hay una brecha importante entre las inversiones que se hacen y las inversiones que se necesitan. Entonces se requiere financiar la transición con los fondos públicos que están disponibles y con esos fondos apalancar la participación del capital privado”. Gabriela Elizondo
Si bien el financiamiento es importante, lo fundamental es cómo hacerlo. Alonso Chaverri Suárez, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Paraguay, destaca la necesidad de afianzar las alianzas público privadas.
“Los desafíos en el sector energético y eléctrico en particular abarcan todo el ciclo, que permitan darle previsibilidad a las inversiones de largo plazo. Y lo más importante, crear condiciones para que el sector privado se involucre y sea un actor clave”, menciona Chaverri.
Sin embargo, esta nueva transición energética es un fenómeno complejo y trasformador de la economía en su conjunto.
Asimismo, debe abordarse simultáneamente con otras estrategias de mitigación de fuentes no energéticas y de forma concurrente con otros problemas de desarrollo de los países de la región.