El cambio climático reconfigura la planificación de la Cruz Roja Ecuatoriana

La mayor frecuencia de sequías, inundaciones y otros eventos obliga a la entidad a ajustar su estrategia. Su foco está en la adaptación.

El cambio climático reconfigura la planificación de la Cruz Roja Ecuatoriana
Desde hace cuatro años, la Cruz Roja Ecuatoriana trabaja de manera sistemática con las comunidades en cambio climático, con un enfoque en la adaptación. Foto: cortesía Cruz Roja Ecuatoriana

El cambio climático ha dejado de ser una variable externa para convertirse en un eje importante de la gestión humanitaria en Ecuador.

Sus efectos —más frecuentes, intensos y difíciles de prever— están transformando la manera en que la Cruz Roja Ecuatoriana (CRE) planifica, previene y responde a las emergencias, así como su relación con las comunidades más vulnerables del país.

Ecuador figura entre los países con mayor exposición a amenazas naturales y antrópicas. Inundaciones, sequías, deslizamientos de tierra, incendios forestales, erupciones volcánicas y la contaminación de cuencas hídricas afectan de forma recurrente a amplios territorios.

A ello se suma una rápida urbanización, muchas veces sin planificación, que incrementa la vulnerabilidad de asentamientos humanos frente a estos riesgos.

Aunque el país aporta apenas el 0,16% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, su ubicación geográfica lo vuelve sensible a los impactos del cambio climático.

La intensificación del fenómeno de El Niño, el retroceso de glaciares, el aumento del nivel del mar, la expansión de enfermedades como el dengue y la pérdida de biodiversidad son algunos de los escenarios que ya se manifiestan.

El impacto del cambio climático proyecta un escenario complejo para Ecuador; el país cuenta con un plan
Redacción Youtopía El cambio climático es uno de los mayores retos que afronta la sociedad en la actualidad. Este fenómeno pone en riesgo el desarrollo de las naciones. De allí la necesidad de contar con un Plan Nacional de Adaptación (PNA) al Cambio Climático 2023-2027. Este documento fue presentado en

Una crisis climática con rostro humano

Para la Cruz Roja Ecuatoriana, el cambio climático no es solo un problema ambiental, sino una crisis humanitaria en toda regla. Así lo explica María Verónica Andrade, Técnica Nacional de Adaptación al Cambio Climático de la CRE.

“Que Cruz Roja trabaje en temas de cambio climático puede ser novedoso, pero la crisis climática es netamente una crisis humanitaria. No hablamos solo de afectaciones a ecosistemas o biomas, sino de pérdidas humanas, de viviendas, de infraestructura y, sobre todo, de medios de vida”, señala Andrade.

Desde hace casi cuatro años, la CRE trabaja de manera sistemática en cambio climático, con un enfoque prioritario en la adaptación.

El objetivo es claro: fortalecer la resiliencia de las comunidades para que puedan enfrentar los impactos climáticos, sin que estos se traduzcan en emergencias humanitarias.

Este trabajo se centra, por ejemplo, en la protección de medios de vida agrícolas, la diversificación de cultivos, la incorporación de especies nativas o la promoción de buenas prácticas agrícolas.

Estas acciones no solo reducen la vulnerabilidad frente a sequías, lluvias intensas o heladas, sino que también generan cobeneficios de mitigación, como la captura de carbono en suelos y sistemas agroforestales.

María Verónica Andrade, en la sala de monitoreo de la Sede Central de la Cruz Roja Ecuatoriana, en Quito. Foto: Youtopía Ecuador

Del calendario agrícola al desajuste climático

Uno de los cambios más evidentes que recoge la Cruz Roja en su trabajo comunitario es la ruptura de los ciclos climáticos tradicionales.

A través de su metodología de Análisis de Vulnerabilidades y Capacidades Ampliado, la organización compara la situación pasada y actual de las comunidades.

“Las comunidades nos dicen que ya no existe una época seca o lluviosa definida. Antes, sabían cuándo sembrar y cuándo cosechar; ahora eso cambió por completo”, explica Andrade.

“Este desajuste afecta no solo la producción agrícola, sino también la cultura y las festividades. En provincias como Imbabura, por ejemplo, las sequías prolongadas alteraron los tiempos de siembra y cosecha, y ya no hubo producción para fechas tradicionales como la Semana Santa”.

Una estrategia transversal

Este enfoque ha llevado a que la CRE incorpore el cambio climático de manera transversal en todas sus operaciones.

La organización forma parte de los llamados Campeones Globales del Clima de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC). A partir de este reconocimiento, forma parte de un grupo de 50 sociedades nacionales con una hoja de ruta específica en esta materia.

Ser parte de esta iniciativa ha permitido a la Cruz Roja Ecuatoriana acceder a financiamiento internacional y ampliar su alcance territorial.

Un ejemplo es el proyecto que se implementará en la provincia de Loja, enfocado en fortalecer la resiliencia del cultivo de café con pequeños productores, a partir de diagnósticos comunitarios y asistencia técnica adaptada a los riesgos climáticos locales.

La CRE ha ejecutado una decena de proyectos de adaptación y resiliencia en provincias como Guayas, Manabí, Imbabura, Azuay, Zamora Chinchipe y otras zonas de la Amazonía, trabajando sobre cuatro amenazas climáticas principales: sequías, lluvias intensas, temperaturas máximas extremas y heladas.

Desde 2022, estas iniciativas han alcanzado aproximadamente a mil personas, principalmente familias de pequeños productores agrícolas.

La CRE ha ejecutado una decena de proyectos de adaptación y resiliencia en Guayas, Manabí, Imbabura, Azuay, Zamora Chinchipe y zonas de la Amazonía. Foto: Cruz Roja

Acciones anticipatorias: prevenir antes de responder

Uno de los cambios más significativos en la planificación humanitaria de la CRE es la incorporación de las llamadas Acciones Anticipatorias.

Se trata de intervenciones que se activan antes de que ocurra un desastre, con base en pronósticos, mapas de riesgo y umbrales definidos. Una de esas herramientas es el Sistema de Información de Proyecciones, Riesgo Climático y Adaptación al Cambio Climático (SPRACC).

“La idea es no llegar a la respuesta, sino prevenir las afectaciones”, subraya Andrade.

La Cruz Roja ya cuenta con protocolos de acción temprana frente a inundaciones asociadas a El Niño y trabaja en nuevos esquemas para sequías, heladas, dengue, movimientos de masa y lluvias intensas en la Amazonía.

En estos mecanismos, el enfoque de cambio climático resulta clave para ajustar las intervenciones a escenarios futuros, y no solo a registros históricos.

Proyecciones hacia 2026: un nuevo plan estratégico

El cambio climático tendrá un peso aún mayor en la gestión institucional a partir de 2026. El próximo año, la Cruz Roja Ecuatoriana pondrá en marcha un nuevo plan estratégico quinquenal que, por primera vez, incorporará indicadores específicos de cambio climático.

Este plan contempla la formulación de una política institucional de clima y ambiente, la inclusión del enfoque climático en procesos y procedimientos —como las compras sostenibles— y la medición de la huella de carbono organizacional, tanto en edificios como en la respuesta a emergencias.

La CRE también apunta a integrarse al Programa Ecuador Carbono Cero (PECC) y a replicar estos procesos en sus 24 juntas provinciales.

Otro eje clave será el fortalecimiento del voluntariado. Con cerca de 8.000 a 9.000 voluntarios en todo el país, la organización apuesta por su profesionalización en temas ambientales.

Para ello, proyecta la creación de una Escuela de Cambio Climático, con formación especializada para quienes asumirán el rol de puntos focales en cada provincia.

“Queremos voluntarios con conocimiento técnico, para actuar bajo el principio de acción sin daño y evitar intervenciones que, aunque bien intencionadas, puedan afectar negativamente a los ecosistemas”, explica María Verónica Andrade.

Transparencia climática: Ecuador en revisión ante la ONU
Ecuador somete su acción climática a la revisión técnica de la ONU, con foco en transparencia, adaptación y el Registro Nacional de Cambio Climático.

Un desafío de largo plazo

La experiencia de la Cruz Roja Ecuatoriana muestra que el cambio climático ya no es un escenario futuro, sino una realidad que condiciona la acción humanitaria en el presente.

Frente a la creciente frecuencia e intensidad de los desastres, la organización apuesta por anticiparse, invertir en resiliencia comunitaria y adaptar su propia estructura institucional, señala María Verónica Andrade.

En un país altamente vulnerable, donde los impactos climáticos se traducen rápidamente en crisis sociales y económicas, la planificación humanitaria ya no puede separarse del clima.

Para la Cruz Roja Ecuatoriana, esa integración será uno de los pilares de su trabajo de aquí a 2026 y al 2030.