La producción regional de biocombustibles va en aumento
En 2023, la participación de América Latina y el Caribe en la producción global de biocombustibles fue de 27%.

La región de América Latina y el Caribe (ALC) gana protagonismo en la producción mundial de biocombustibles líquidos.
Los biocombustibles de bajo carbono se perfilan como una solución clave para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Su aprovechamiento puede beneficiar a sectores con baja viabilidad de electrificación, como el transporte pesado, la aviación y el transporte marítimo.
En ALC, Brasil se constituye en el actor principal del mercado de biocombustibles líquidos y alcanza el 93% de la producción regional.
Entre 2013 y 2023, la producción de biodiésel en América Latina y el Caribe creció un 163%, mientras que el bioetanol registró un aumento del 36%, según Olade.
En octubre de 2024, Brasil aprobó la Ley del Combustible del Futuro, cuyo objetivo es reforzar la competitividad del etanol y otros biocombustibles en el contexto de la transición energética.

Un cuarto de la producción mundial
En la última década, ALC se ha consolidado como un actor clave en el mercado global de biocombustibles, aportando más de un cuarto de la producción mundial.
Así se desprende del estudio El rol de los biocombustibles en la descarbonización de la matriz energética, de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade).
En 2023, la participación de ALC en la producción de biocombustibles fue de 27%.
Tanto ALC como el mercado global han experimentado un crecimiento acumulado del 50% en la producción de biocombustibles durante este período.
La producción y el consumo de biocombustibles están estrechamente vinculados a las políticas y regulaciones públicas que promueven su adopción.
A nivel global y regional se han implementado medidas relevantes: investigación e innovación, incentivos fiscales y subsidios, mandatos de mezclas, créditos de carbono, normativas de sostenibilidad y políticas de transición energética.
En la región, el bioetanol y el biodiésel concentraron el 81% y el 19% de la producción de biocombustibles líquidos, respectivamente, con un consumo interno aproximado de 69 litros per cápita en 2023.
Maíz y caña de azúcar
En 2023, el maíz y la caña de azúcar fueron las materias primas más utilizadas en la producción final de bioetanol, con una participación de 62% y 27%, respectivamente.
La información corresponde al Atlas de los Biocombustibles Líquidos 2023-2024 elaborado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
En Estados Unidos, China, Canadá, Argentina y varias naciones de la Unión Europea (UE), el maíz se utiliza en forma masiva y, en Brasil su uso se está ampliando considerablemente.
Con respecto a la caña de azúcar, los países que sobresalen principalmente son Brasil, Colombia, India, Paraguay, Argentina y países de la UE.
El 11% del bioetanol restante se produce a base de otras materias primas, entre ellas, remolacha azucarera, otros granos como trigo, cebada y centeno, y el arroz, que en los últimos años ha venido incrementando su participación constantemente, principalmente en los países asiáticos.
Oportunidades para ALC
ALC cuenta con ventajas competitivas importantes para consolidar su liderazgo en este sector.
La región dispone de agroecosistemas óptimos con temperatura, agua y suelos adecuados, junto con cadenas de producción eficientes y tecnológicamente avanzadas.
La competitividad de cultivos como la caña de azúcar, la soja y la palma de aceite ha permitido consolidar una presencia destacada en los mercados internacionales.
Además, la existencia de marcos regulatorios con mandatos de mezcla en varios países ha generado una demanda estable, respaldada por asociaciones sectoriales que han promovido estándares y certificaciones.
A estas fortalezas se suma el potencial de generación de empleo en comunidades rurales, contribuyendo al desarrollo económico y social.
¿Y la sostenibilidad?
No obstante, la expansión del sector estará condicionada por el cumplimiento de requisitos de sustentabilidad, cada vez más exigentes en los mercados internacionales.
Factores como el cambio indirecto en el uso del suelo, la pérdida de biodiversidad, la gestión de subproductos o productos residuales y la posible competencia con cultivos alimentarios representan desafíos que requieren atención.
Además, la aparición de tecnologías disruptivas en otras fuentes de energía renovable podría modificar el equilibrio actual del mercado.
Ante este escenario, tendrán un rol preponderante las políticas que proporcionen estabilidad y previsibilidad al sector, promoviendo incentivos alineados con los beneficios socio ambientales de los biocombustibles.