Perros ferales y falta de recursos complican la situación de las vicuñas en la Reserva Chimborazo
Por Cristina Márquez
Las aparentes enfermedades y muertes extrañas de las vicuñas en la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo preocupan al sector turístico, expertos y ambientalistas. Estos problemas se suman al conflicto humano – fauna que surgió debido al avance de la frontera agrícola y complican la sobrevivencia de los camélidos andinos en el área protegida.
La presencia de perros ferales que atacan a las vicuñas en jauría y que las contagian de enfermedades son un nuevo riesgo para los camélidos y la demás fauna silvestre de la Reserva.
Mientras un grupo de comuneros, e incluso autoridades, insisten en que hay una sobrepoblación de vicuñas que está afectando la actividad agrícola, otro grupo denuncia la aparición de vicuñas muertas y la disminución de las tropillas (grupos familiares de camélidos).
“Los turistas vienen porque nos piden ver a las vicuñas y en los últimos meses han disminuido. Hace poco ascendí al Chimborazo y solo pude ver unos dos animales que se veían enfermos”, cuenta preocupado Olmedo Cayambe, dirigente de una organización de turismo comunitario y presidente de la Asociación Nacional de Comunidades Manejadoras de Vicuña.
Cayambe teme que las vicuñas se hayan contagiado de alguna enfermedad que esté causando las muertes o que personas mal intencionadas puedan hacerles daño, por la supuesta invasión a sus cultivos.
Comuneros reclaman por la exportación de fibra de vicuña
Después de una espera de 38 años, en el 2017 y 2018 se realizaron dos chaccus en el interior de la Reserva de Producción de Fauna Chimborazo. Esta técnica ancestral consiste en capturar cuidadosamente a las vicuñas adultas, para esquilar sus vellones.
Estas fibras son altamente apetecidas en la industria textil ya que son consideradas las más finas del mundo. Un kilo de la fibra sin procesar cuesta USD 300 y una prenda artesanal puede costar hasta USD 2 000.
Pero los 26.17 kilos de fibras naturales de vicuña que fueron recolectados siguen almacenados en la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo. El proceso de exportación que tanto ilusionaba a los habitantes de las comunidades ha estado estancado durante cinco años.
Un proyecto que nunca se ejecutó
Marcelo Pino, director de la Unidad de Bosques y Vida Silvestre del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate) en la zona 3, cuenta que el proyecto se estancó en la pandemia. La mesa técnica de la vicuña, que antes contaba con el respaldo de varias instituciones públicas y no gubernamentales se inactivó.
“Para avanzar con la exportación se necesitaba registrar la marca Vicuña Ecuador, pero eso no pudo hacerse porque hay una fábrica de cobijas que tiene registrado ese nombre. Es necesario hacer un convenio de coexistencia para proceder con la exportación”, explica Pino.
Sin embargo, esto no ha podido efectuarse debido a que la organización comunitaria tampoco se ha fortalecido.
Olmedo Cayambe, quien fue electo presidente de la asociación que involucra a 42 comunidades de Chimborazo, Bolívar y Tungurahua, cuenta que desde el 2019 los socios de la agrupación no se han vuelto a reunir y que tampoco han tenido noticias del Maate o de ninguna otra institución.
“Como organización no estamos fortalecidos y la verdad es que tampoco sabemos qué hacer. Después de que se llevaron los vellones, no hemos tenido más información sobre el proyecto”, señala.
La sarna pone en peligro a las vicuñas y el sueño de exportar
Olmedo Cayambe cuenta que desde hace tres meses empezó a encontrar vicuñas muertas. Varias aparecieron cerca de su comunidad, mientras otras estaban en zonas más altas. Personas que se dedican al senderismo también encontraron restos del camélido.
La Administración de la Reserva Chimborazo no tiene registros de estas muertes, pero sí de las vicuñas que mueren atropelladas en la vía. En el 2019 hubo cinco ejemplares arrollados, mientras que en lo que va del 2023 hubo nueve incidentes.
La mala señalización en la vía no es el único riesgo. Recientemente se detectó un incremento en la población de perros abandonados en la vía Riobamba – Guaranda; los canes luego se agrupan en jaurías y se transforman en perros ferales.
“Los perros que ahora viven de forma salvaje ponen en peligro no solo a las vicuñas sino a toda la fauna silvestre de la Reserva”, señala Pino.
La aparición de jaurías ferales está relacionada a la detección de sarna en algunos especímenes de camélidos. Investigadores de la Universidad San Francisco de Quito tomaron muestras para analizar el estado de salud de las vicuñas y confirmaron que seis ejemplares estaban contagiados de sarna.
Si bien esta enfermedad no es mortal, sí afecta el pelaje de las vicuñas. Esto imposibilita la obtención de la fibra para la comercialización.
En lo que va del año, no se han realizado campañas de esterilización de animales en las zonas pobladas aledañas a la Reserva Chimborazo, ni en el área de influencia.
La frontera agrícola avanza sin control
En la Fiscalía de Chimborazo aún se investigan seis denuncias presentadas por el Maate en contra de personas particulares por el cambio del uso del suelo en el área protegida; también, por la extracción de arena para la construcción y otros delitos ambientales. Pero ninguno de estos casos ha resultado en condenas.
Según Pino, el 70% de la Reserva tiene escrituras y es propiedad privada. “La Ley de Tierras prohíbe el cambio del uso del suelo en el páramo, pero hemos visto cultivos hasta los 4 200 metros”.
Según el funcionario, el Maate no tiene suficientes recursos para el control de las 58.560 hectáreas. “Hacemos operativos de control y vigilancia con los guardaparques, pero no son suficientes, nos hace falta personal”.
El Ministerio del Ambiente espera que, junto a la Fundación Heifer, este año se culmine la primera fase de una consultoría para actualizar el plan de manejo de la vicuña y retomar después el proyecto de comercialización de las fibras.
Con este proyecto se planea hacer un nuevo censo poblacional de las vicuñas para determinar el estado de los animales.