Ocho provincias andinas producen rosas; el 20% es informal

La informalidad se detecta sobre todo en Pichincha y Cotopaxi. Los problemas en regalías y producción pueden generar abusos. La capacitación es una vía.

Ocho provincias andinas producen rosas; el 20% es informal
Rosas, verduras y frutas se producen en invernaderos en Chambo. Fotos: Youtopia Ecuador.

El inesperado verano con el cual empezó diciembre de 2025 hace más notorio el brillo de los invernaderos que se levantan a lo largo del pródigo valle de Chambo, en la provincia de Chimborazo.

Las estructuras cubiertas de plástico trepan en busca de espacios hacia el páramo, pasando por Punín -famoso lugar arqueológico- y llegan con menos fuerza a la parroquia Cebadas, en la ruta al Parque Nacional Sangay.

El panorama es parecido al que se observa en otros valles interandinos, como sucede en el norte de Pichincha, alrededor de Cangahua, donde los invernaderos trepan hasta donde el viento doblega los arbustos y los pocos árboles.

No en todos los invernaderos de Chimborazo se producen rosas. Pero su cosecha ya alcanzó en 2023 los 1'375.000 tallos cortados, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) y el Ministerio de Agricultura y Ganadería.

Fuente: INEC 2023. Elaboración: MAG

También los invernaderos de Chambo y sus alrededores, con sus estructuras cubiertas de plástico para evitar los cambios de temperatura y lograr un crecimiento controlado, dan cabida a verduras y frutas.

Para 2024, según la Encuesta de Superficie de Producción Agropecuaria Continua del INEC, Chimborazo aparecía en el puesto seis de las ocho provincias interandinas que se dedican a la producción permanente de flores, delante de Cañar y Azuay y cerca de Tungurahua.

Cultivos permanentes de flores

Encuesta de Superficie de Producción Agropecuaria Continua, INEC, 2024

Cultivos transitorios de flores

Encuesta de Superficie de Producción Agropecuaria Continua, INEC, 2024

Chimborazo, al igual que Cañar y Carchi, no se dedica a los cultivos transitorios de flores, como sí lo hacen las otras cinco provincias. Y su producción está muy lejos de la líder, Pichincha (5.000 hectáreas entre cultivos permanentes y transitorios), seguida de Cotopaxi.

En esas dos provincias son muy palpables los problemas derivados de la floricultura informal, aunque también es posible observar pequeños invernaderos que se mueven con lógicas familiares de producción en las provincias donde la floricultura es relativamente nueva, como Chimborazo.

El perfil del floricultor informal

Paúl Cevallos es presidente de la Corporación Floricultores del Sur, gremio de Expoflores que agrupa a productores de Mejía en Pichincha, y de Saquisilí, Pujilí, Latacunga y Salcedo en Cotopaxi.

A partir de su experiencia, detalla los problemas detrás de la constatación de que en Ecuador hay un 20% de cultivos informales de rosas en Ecuador. Uno es el de las regalías.

Mientras el cultivador formal paga entre USD 1 y USD 1,10 por cada planta una vez cada dos años, el informal no lo hace, y tampoco paga impuestos ni hace retenciones.

Por ejemplo, señala, en una hectárea de rosas caben hasta 90.000 plantas, y eso en regalías significa unos USD 100.000 en dos años. Es un impacto inicial que los productores grandes han logrado incorporar a los costos de producción.

Otro son las prácticas de trabajo, fuera de los protocolos y la trazabilidad. Al ser cultivos pequeños trabajan las familias, incluidos los menores de edad, sin protección, sin trajes, sin mascarillas, señala Cevallos.

Si el manejo de los agroquímicos es delicado, no deja de serlo el del plástico de los invernaderos. Mientras en el sector formal hay gestores que trabajan con trazabilidad y reciclan, en la informalidad es difícil saber dónde terminan.

En Chambo, algunos invernaderos se levantan junto o muy cerca a las viviendas.

Integrarlos a la formalidad

Pero Paúl Cevallos es consciente de que los floricultores formales no pueden mirar a un lado. Si bien las “ventajas” del informal son varias, no maneja conceptos de ciclos de producción o de productividad y puede ser explotado, dice.

Los informales "siembran y esperan que nazca la rosita y la llevan a centros de acopio que han proliferado, o a fincas grandes, donde les pagan precios muy bajos (a USD 0,20 el tallo) porque no corren con gastos como el empaque o la poscosecha".

Pero si bien se trata de oferta y demanda, cuando los mercados están difíciles y la poscosecha no tiene mercado, devuelven a los floricultores informales altos porcentajes de la producción que les habían recibido, relata.

Esos centros les entregan químicos a precios altos y los capacitan como compensación, pero otro problema es que el informal recibe el dinero y lo usa para todos sus gastos. El resultado, dice Cevallos, es que suelen tener deudas altísimas con cooperativas o el chulco.

Por todas esas razones, cree que necesitan apoyo del gremio para integrarlos. "La idea es que ellos puedan exportar que tengan acceso a mercados  internacionales y que no sean abusados".

Expoflores trata de formalizarlos en toda la cadena a través de su Escuela de floricultura, que ofrece varias modalidades de capacitación para producir dentro de los protocolos exigidos, sobre todo por el principal mercado, la Unión Europea (UE).

Cevallos recuerda que está en carpeta el Acuerdo de Facilitación de Inversiones Sostenibles (Sustainable Investment Facilitation Agreement, SIFA) con la UE.

Y que en el país hay sellos como Flor Ecuador y Florverde Sustainable Flowers (este último un estándar internacional), precisamente para garantizar la producción de flores ecuatorianas con prácticas sostenibles.

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