Precipitaciones dejan víctimas y daños y seguirían hasta abril
Varias instituciones predicen que el invierno se sentirá hasta abril de 2025, frente a la sequía que azotó al país en 2024.
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Entre el 13 y el 17 de febrero de 2025 hubo un recrudecimiento del invierno en Ecuador, lo que confirma los pronósticos de varias instituciones sobre las condiciones meteorológicas que se mantendrían hasta abril.
Este cuatrimestre habrá un cuadro diferente al que se vivió en 2024 por la sequía, que no solo trajo la mayor cantidad de incendios en los últimos 14 años sino una crisis eléctrica, con racionamientos diarios desde el 23 de septiembre hasta el 19 de diciembre.
Pero el invierno no significa solamente buenas noticias, porque habrá más agua para las hidroeléctricas y para el consumo, sino que implica severos riesgos.
El 17 de febrero, la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos señaló que nueve personas murieron y 5.700 más se vieron afectadas desde el inicio del año por las lluvias.
Hasta ahora hay al menos 23 casas destruidas, de 1.215 afectadas; siete puentes averiados; 32 unidades educativas y 26 bienes públicos con daños. Unos 45.297 animales murieron debido a la intensidad de las lluvias.
La Secretaría contabilizó 553 eventos como deslizamientos, socavamientos, inundaciones, colapsos estructurales y vendavales. En un boletín del 16 de febrero, hablaba de 503 eventos adversos causados por las lluvias.
Los mayores rigores se sienten en 23 provincias, 133 cantones y 290 parroquias. Las provincias con más impacto en la población son: Guayas, Chimborazo, Manabí, Cotopaxi, Los Ríos, Esmeraldas, y Zamora Chinchipe.
Las unidades de monitoreo de la Secretaría registraron ese día cuatro cuerpos de agua desbordados y 18 más con tendencia a aumentar de nivel, sobre todo en la región Litoral.
En esa región hubo lluvias de alta y muy alta intensidad, mientras que en la Sierra, se presentaron precipitaciones fuertes en la zona norte y sur, en especial en Pichincha, Carchi, Bolívar, Azuay y Loja.
En cuanto a la Amazonía, hubo precipitaciones de mayor recurrencia en Zamora, Morona Santiago y Napo. Y en la región insular, de ocasional y moderada intensidad en San Cristóbal, Santa Cruz e Isabela.
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Predicciones del Inamhi
A inicios de enero de 2025, el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) emitió sus pronósticos para todas las regiones.
En el Litoral, se preveía un comportamiento normal de las lluvias para la época entre enero y abril, con un aumento en febrero y marzo.
Los niveles en la Sierra permanecerán entre normales y sobre lo normal en el cuatrimestre, con un aumento en marzo y abril.
En la Amazonía, variarán entre normales, más bajas de lo normal en las llanuras y más altas de lo normal en las estribaciones cordilleranas.
La entidad hizo notar que la información se obtuvo en función de marcos de referencia climáticos del periodo 1985-2015, que permiten crear una representación del comportamiento promedio de las lluvias.
El NOAA y La Niña
Por su parte, el Centro de Predicciones Climáticas de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos habló de un 59% de probabilidades de que se produjera el Fenómeno de La Niña.
La predicción era que su presencia se sentiría entre noviembre de 2024 y enero de 2025, con una posible persistencia hasta marzo y mayo de 2025, según informó el Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (Inocar).
Estos datos fueron analizados por el Comité Nacional de Riesgos del Fenómeno del Niño a inicios de febrero de 2025 y no se encontraron mayores novedades sobre la presencia de La Niña.
"Desde el último trimestre de 2024, La Niña ha mostrado una transición hacia condiciones neutras negativas, lo que indica que en 2025 no se presentaría con la misma intensidad que en años anteriores", señaló por su parte el Director del Inocar a La Crónica.
Cristian Paliz Acosta, especialista del Inamhi, dijo sobre La Niña que se proyecta que al menos entre enero y abril habría "condiciones entre normales a sobre lo normal" para las regiones amazónica, interandina y el norte e interior de la región litoral.
Paliz señaló a diario Expreso que para 2025 el escenario sería distinto al de 2024, cuando Ecuador experimentó el fenómeno de El Niño y la sequía predominó. No obstante, aclaró que se trataba de proyecciones.
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Las mediciones de Etapa
La humedad disponible en la Amazonía ha permitido una buena cantidad de lluvia en febrero y esa condición se extenderá hasta marzo y abril, mientras mayo será un mes de transición, señaló el subgerente de Gestión Ambiental de la empresa municipal Etapa de Cuenca.
Rigoberto Guerrero recordó que la ciudad de Cuenca y la cuenca del río Paute reciben influencia directa del clima de la Amazonía. “A escala regional podemos monitorear cómo se comporta la humedad en la Amazonía con satélites de la Unión Espacial Europea”, agrega.
Dentro de la ventana de pronóstico de seis meses, se estima que la cantidad de humedad disponible en la Amazonía determinará el inicio del período de estiaje en junio y julio, que junto con agosto suelen ser secos estacionalmente.
Este comportamiento climático tiene consecuencias directas sobre el Complejo Hidroeléctrico Paute Integral, ubicado en el sector de la Cola de San Pablo, donde el río Paute tiene una fuerte pendiente en su viaje a la Amazonía, para afluir al río Namangoza en Morona Santiago.
El Complejo cuenta con una importante represa y genera hasta 1.100 megavatios de energía hidroeléctrica. La cota del embalse de Mazar alcanzó niveles que llegaron a impedir su operación en el estiaje de 2024.
Los 118 días de sequía en 2023 y los 150 días en 2024 se produjeron en períodos que ya debían ser húmedos como septiembre, octubre y noviembre, y por eso se dieron condiciones que afectaron los caudales y la represa, dice Guerrero.
Etapa monitorea el clima y los caudales desde 1997, cuatro años después de la tragedia de La Josefina, cuando un gran deslizamiento del cerro Tamuga represó los ríos Cuenca y Jadán en la cuenca media del Paute.
El Cuerpo Suizo de Socorro hizo un proyecto que fue el punto de partida para el actual monitoreo, precisa el funcionario de Etapa.
Las redes de Etapa miden la lluvia y los caudales las 24 horas del día y pueden hacer un pronóstico de siete días. En la siguiente fase generarán información abierta.
El monitoreo incluye la cuenca alta del Paute y las cuencas de los ríos que nacen en el Parque Nacional Cajas (Tomebamba y Yanuncay), así como la del Machángara, que nace al norte del Cajas y se convierte en el río Cuenca, afluente del Paute, y el río Tarqui.
El monitoreo del cantón Cuenca -dice Guerrero- es una fortaleza porque medimos lo que pasa en una porción del territorio, lo que ha permitido hacer pronósticos a corto plazo y coordinar con otras autoridades tanto en épocas de sequía como de incendios.
En la época de los incendios forestales que afectaron a Cuenca, "nos permitió vigilar las condiciones en las recargas hídricas para tratar de combatir los flagelos que empezaron en noviembre de 2024", agrega.
“Creemos que los incendios fueron provocados porque vimos cinco frentes simultáneos que desbordaron la capacidad de Etapa y hubo que recurrir a otras entidades, incluso el Ejército y la Policía”, señala.
Según la Secretaría Nacional de Riesgos, Azuay fue la segunda provincia con mayor crecimiento de incendios forestales en 2024, al pasar a 802 frente a 662 de 2023. En el país el aumento promedio fue del 67%.
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