Tres innovaciones estudiantiles están orientadas al reciclaje, la nutrición y la salud mental
Por Cristina Márquez
59 ideas que proponen soluciones innovadoras para diversas problemáticas de Riobamba participaron en la Semana de la Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei).
La feria de emprendimientos estudiantiles, que este año celebró su sexta edición (13 al 15 de julio), premió a los tres mejores proyectos con un capital semilla.
Aplicaciones web, máquinas, proyectos de agricultura sustentable y productos manufacturados bajo el esquema de economía circular estuvieron entre las propuestas presentadas.
Las iniciativas fueron de estudiantes de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, la Universidad Nacional de Chimborazo, el Instituto Superior Carlos Cisneros, entre otras entidades.
El jurado lo integraron delegados de la Secretaría Nacional de Planificación, Ministerio de Agricultura (Magap), Secretaría Nacional de Educación Superior (Senescyt), firmas privadas y más entidades.
El primer lugar se llevaron los estudiantes de la carrera de Mecánica de la Espoch y su proyecto de reciclaje Emipro.
El segundo lugar lo obtuvieron los estudiantes de la carrera de biotecnología ambiental, Ángela Ortiz y Kevin Altamirano.
Ellos presentaron un proyecto para producir hongos comestibles y la manufactura de ‘superalimentos’ con alto contenido proteínico.
El objetivo es contribuir a la lucha contra la desnutrición crónica infantil (DCI).
El tercer premio se otorgó a los estudiantes de la carrera de Ingeniería en Software, quienes desarrollaron una aplicación para ayudar a las personas con depresión y prevenir el suicidio.
“Estamos muy orgullosos de los estudiantes de las universidades e institutos que presentaron ideas creativas, y que Riobamba necesita para crecer”, dijo Napoleón Cadena, alcalde de la ciudad.
“En esta feria vimos proyectos innovadores que esperamos ver cristalizados” añadió.
Cadena recalcó que la continuidad de la Sectei, una feria convocada por el Municipio de Riobamba y la academia, está garantizada.
La feria fue declarada como política pública y está reglamentada por una ordenanza municipal.
Tres máquinas para facilitar el reciclaje
Otto Balseca, docente de Termodinámica en la carrera de Mecánica de la Espoch, unió a 120 estudiantes del quinto semestre para desarrollar tres máquinas para reciclar y procesar plásticos.
Además, se puede utilizar para papel, cartón y desechos orgánicos. La idea de negocio es producir fertilizantes y fibra de plástico a partir de los desechos.
El docente y sus alumnos trabajaron en el desarrollo de los equipos durante unos seis meses.
“Fueron muchas horas de investigación. Usamos elementos caseros para hacer las máquinas, como brocas”, dijo David Álvarez, un estudiante del equipo que se denominó Emipro.
“Ahora queremos repotenciar nuestra invención”, dice Álvarez.
La primera máquina fue diseñada para recolectar botellas y otros plásticos, triturarlos y, a través de un proceso de inyección, convertirlos en fibra delgada, como insumo de una impresora en 3D.
La idea es instalar máquinas similares en zonas concurridas de la ciudad, como la Terminal Terrestre y entregar compensaciones a las personas que reciclan.
“Un usuario podría, por ejemplo, pagar la tarifa por el uso de las instalaciones del terminal con botellas”, dice Álvarez.
La fibra que se obtiene del proceso se puede aprovechar para elaborar piezas para robótica en clubes para niños y adolescentes.
Otra máquina recicla papel y cartón. Fue diseñada para dignificar el trabajo de los recicladores y evitar que sean estafados. Al depositar la basura recompensa al usuario con dinero en efectivo.
Está programada para pagar el precio justo por el papel y el cartón.
“Estamos trabajando en la segunda etapa de este proyecto. La idea es que la misma máquina también procese el papel al igual que lo hace la máquina de los plásticos”, cuenta Balseca.
Con los nuevos ajustes, la máquina producirá vasos de papel.
El producto estrella es la máquina que procesa desechos orgánicos.
El equipo tritura la basura, la mezcla con agua y con un caldo hecho con bacterias cultivadas se descompone y produce biol y biosol (compost).
Se trata de dos insumos que pueden ser aprovechados para reemplazar agroquímicos importados y biogás, que puede ser aprovechado como combustible.
Emipro obtuvo el primer lugar en el concurso de emprendimientos y recibió un capital semilla de USD 7000 que serán utilizados en el mejoramiento de los equipos que desarrollaron.
Los estudiantes también recibieron propuestas de empresas privadas para ejecutar el proyecto. Sin embargo, la prioridad del grupo ahora es formalizarse como microempresa.
‘Superalimentos’ con base en shitake, champiñones y otros hongos
Ángela Ortiz y Kevin Altamirano investigaron cuatro especies de hongos comestibles que tienen un altísimo contenido de proteínas, aminoácidos, vitaminas y calcio.
Se trata del shitake, portobello, champiñón y pleurotus.
Los jóvenes de 23 y 25 años aspiran contribuir a la lucha para frenar la desnutrición crónica infantil (DCI) y mejorar los hábitos nutricionales de las familias con su proyecto.
Ellos recibieron USD 5000 que utilizarán para la compra de insumos, para la producción de los hongos, que se realiza en invernadero.
Todo el proceso de producción sigue los lineamientos de la economía circular. Es decir, no se generarán residuos y todo será aprovechado.
En la primera fase de producción se aprovechan los residuos forestales y los residuos agrícolas, como el tamo de los cereales, el bagazo de la caña de azúcar o la paja.
Estos residuos, que los agricultores normalmente desechan o queman, se mezclan con un caldo nutritivo hecho en un biorreactor y con las semillas de los hongos.
La idea de negocio para la primera etapa del proyecto es distribuir hongos frescos y salchichas.
En una segunda etapa se espera producir harinas, galletas y fusiones con otros ‘superalimentos’ como la quinua.
Una aplicación para cuidar de la salud mental
El confinamiento en la pandemia inspiró a Kathy Guevara, Sebastián Mena, Jessica Ballesteros, Héctor Urquizo, Jhosseth Pazmiño, Pamela Luna y Denis Rojas, a elaborar una aplicación.
Esta ‘app’ permite evaluar la situación emocional del usuario y, de ser el caso, guiarlo para recibir una consulta con un profesional.
“En la pandemia creció la depresión y el 93% de los servicios públicos de salud mental estuvieron paralizados, lo que conllevó a la pérdida de muchas vidas”.
Así lo cuenta Dennis Rojas, parte del equipo de estudiantes que pertenecen a la carrera de Ingeniería en Software.
Los chicos desarrollaron un chatbot que conversa con los usuarios, quienes se mantienen anónimos y les consulta sobre su estado de ánimo.
Cuando la persona manifiesta síntomas severos de depresión emite alertas para redirigir al usuario con un psicólogo.
El proyecto recibió un capital semilla de USD 3 000 que se utilizará para la implementación de la aplicación, que primero se hará de forma interna en la Espoch.