Estudiantes LGBTIQ+ se resisten a la violencia machista en las universidades

Estudiantes LGBTIQ+ se resisten a la violencia machista en las universidades
Ilustración sobre violencia a estudiantes LGBTIQ+ en las aulas.

Redacción Youtopía

“Todavía estoy resistiendo”, dice Ljubica Fuentes, abogada por la Universidad Central del Ecuador. Su nombre en el activismo feminista y los derechos de las diversidades sexogenéricas resuena desde el 2020 en la educación superior, cuando creó la Coalición Feminista Universitaria (CFU). Este es un espacio seguro y de acompañamiento para los y las sobrevivientes de la violencia machista y homofóbica.

Las aulas y pasillos de la Facultad de Derecho en la Central fueron escenario de una de las peores humillaciones que recibió Ljubica por parte de un docente, que también era su mentor. Al confesarle que es bisexual, ella fue obligada a ver la película “La fiesta de los cerdos”, mientras el profesor le decía que su orientación sexual era sucia y pagana.

La violencia machista y homofóbica contra las y los estudiantes de la población LGBITQ+ es una realidad que se quiere ocultar en el espacio universitario. Según el artículo científico Violencia universitaria contra la comunidad LGBTIQ+: Prevalencia, consecuencias educativas y de salud en Ecuador, 4 de cada 10 estudiantes mujeres LGBTIQ+ y 5 de cada 10 estudiantes hombres LGBTIQ+ vivieron algún tipo de violencia basada en género por parte de un profesor, otros compañeros, compañeras o personal administrativo.

Para Arístides Vara-Horna -coautor de esta investigación y del estudio De la evidencia a la prevención: cómo prevenir la violencia contra las mujeres en las universidades ecuatorianas, -implementado en 16 universidades del país por el Programa Prevenir la Violencia contra las Mujeres (PreViMujer) de la GIZ y la Universidad San Martín de Porres de Perú- las cifras demuestran la urgencia de abordar este problema que afecta al rendimiento académico y a la salud emocional de las y los estudiantes LGBTIQ+.

PreViMujer, desde el 2018, desarrolla en Ecuador instrumentos metodológicos y evidencia científica para que actores estatales, del sector privado, la sociedad civil y las universidades implementen acciones sostenibles de prevención de la violencia contra las mujeres.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 busca poner fin a todas las formas de discriminación y de violencia basadas en género. Este debería ser un requisito esencial para asegurar el acceso a la educación en todos sus niveles.

ODS Naciones Unidas

La realidad, por ahora, es que aún existe una brecha que reducir con respecto a la violencia y discriminación en Ecuador hasta el 2030, año en el que el país debería alcanzar este objetivo.

Ljubica, de 25 años, sabe lo que significan esas estadísticas. Durante los dos primeros semestres de Derecho, confiesa que vivió distintas manifestaciones de violencia política por enfrentarse a compañeros y compañeras, al investigar un presunto caso de corrupción en el departamento de Bienestar Estudiantil.

Relata que, posteriormente, la defensa que promueve por los derechos de las mujeres provocó que el acoso de docentes fuera más visible: calificaciones eliminadas y trabajos no aceptados que hicieron que pierda materias y su beca de excelencia académica. Pero en esta carrera de supervivencia, ella continuó sus estudios.

En respuesta a estos ataques, en 2019 Ljubica Fuentes abrió en Instagram la cuenta de la Coalición Feminista Universitaria. En la plataforma, como en una catarsis, contó de manera anónima los episodios de violencia que vivió en la Universidad Central. Su testimonio motivó a que otras estudiantes denunciaran las agresiones perpetradas por pares o profesores.

Esta respuesta colectiva impulsó a que, en el 2020, la CFU se consolide como la voz, el espacio seguro y de acompañamiento para estudiantes que viven bajo la sombra de la violencia y la homofobia.

La coalición cuenta con más de 25 voluntarias. Allí se brindan talleres y capacitaciones sobre los derechos de las mujeres y las diversidades sexogenéricas, entre otras líneas de trabajo como la difusión de protocolos y rutas de atención en casos de violencia en el espacio universitario.

Bajo este paraguas, el trabajo de la CFU se institucionaliza en la Fundación Ciudadanas del Mundo, que implementó el proyecto de capacitación y educación “Escuelas Púrpuras”, que va por su tercera edición.

La incidencia de la fundación llegó a su punto más alto en marzo de 2023, cuando llevó, ante la extinta Asamblea Nacional, el primer proyecto de Ley para prevenir y erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres en la educación superior. La propuesta está a la espera de su tratamiento, pues las elecciones anticipadas se realizarán el 20 de agosto de 2023.

La consigna de la Coalición Feminista Universitaria está marcando un camino en las universidades de Ecuador. La meta es que la educación superior no sea una carrera de supervivencia, dice Fuentes.

La doble violencia que enfrentan los estudiantes LGBTIQ+

Para Vara Horna, cuando se habla de la “doble violencia”, se trata de la combinación de violencia que puede experimentar un estudiante por su género y su identidad u orientación sexual. Por ejemplo, una estudiante trans puede experimentar machismo en su vida diaria en la universidad y, a la vez, violencia o discriminación específica debido a su identidad de género.

El investigador afirma que las universidades deben establecer políticas inclusivas y la prohibición de todas las formas de discriminación y violencia.

Además, deben elaborar códigos de conducta que establezcan que el acoso sexual y la discriminación son inaceptables, incluir sanciones para los infractores, y fomentar la educación sobre la diversidad, para desmantelar los prejuicios.

La violencia impacta en la productividad académica

6 de cada 10 estudiantes LGBTIQ+ manifestaron tener dificultades para concentrarse en sus estudios, registraron un aumento en el ausentismo a clases y disminución en el rendimiento académico, según el artículo científico basado en el estudio de PreViMujer y la Universidad San Martín de Porres de Perú.

Por ahora estas cifras son las únicas actualizadas en relación a la población LGBTIQ+ en las universidades. El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) no ha renovado los datos desde el 2013. El Censo de 2022, en donde se incluyeron dos preguntas relacionadas sobre orientación sexual e identidad de género, sigue sin resultados oficiales. El sistema estatal los invisibiliza nuevamente.

“Cuando hablamos de la violencia en la población LGBTIQ+, para el resto de personas no existe, porque no sabemos que hay gente LGBTIQ+ a nuestro alrededor”, asegura Nicole Abad, egresada de Derecho por la Universidad Central.

Ella también resistió a la violencia machista y homofóbica en el contexto universitario. En el 2020, durante la pandemia, mientras recibía la clase virtual de Ley Orgánica de Regulación de Mercado su profesor la tomó como ejemplo para hacer comentarios sexistas: “Me preguntó si tengo novio que tenga plata para comprarme cosas. Respondí enérgicamente no, tengo novia”.

Entre el silencio incómodo, el asombro por parte de algunas compañeras y compañeros y las risas de otros, en lo único que pensó Abad fue si su familia la había escuchado: “Era la primera vez que en clases me sentí incómoda y pasé pensando en si mi mamá me escuchó, porque ser homosexual en mi casa está mal”.

Como ya es común en las aulas universitarias, este no fue el único episodio violento que vivió en la universidad. Abad cuenta que en el 2019 un profesor acosó a su pareja.  En represalia a la relación de ambas, el docente expresaba comentarios sexistas y homofóbicos llamando a Abad ‘rara’ o ‘progre’.

“Los ataques me cansaron hasta el punto de no querer ir a clases. Las agresiones del profesor escalaron aún más hasta invalidar mis notas, exposiciones y trabajos en clase. Esto, entre otras situaciones personales, motivó a que la institución me retire la beca de excelencia académica. Fue la vez que tuve más miedo porque jugaron con mis notas”, menciona.

Durante cuatro años, hasta egresar en Derecho, Nicole también recibió burlas, comentarios sexistas y críticas sobre su estilo ‘tomboy’ o apariencia masculina. Ahora, ella reconoce que estos episodios también son violencia.

Protocolos de prevención para la población LGBTIQ+, una cuestión de igualdad y justicia

Arístides Vara-Horna señala que la prevalencia de la violencia contra estudiantes de la comunidad LGBTIQ+ tiene consecuencias para la salud. 4 de cada 10 estudiantes reportaron sentir daño emocional y 2 de cada 10 indicaron que sufrieron lesiones físicas.

Por eso, el experto indica que los protocolos de prevención de violencia deben atender específicamente casos de la población LGBTIQ+, porque estas personas pueden vivir formas únicas de violencia, discriminación y estigma, específicas para su identidad de género y orientación sexual.

Por ejemplo, muchas personas de la comunidad LGBTIQ+ viven “outing” forzado; es decir, que alguien revela sin consentimiento su orientación sexual o identidad de género.

Los estudiantes que se identifican como no binarios y trans pueden ser especialmente vulnerables al acoso debido a la falta de comprensión o aceptación de su identidad.

Por eso, el investigador afirma que los protocolos de prevención deben reconocer estas vulnerabilidades y proporcionar protecciones específicas.

Aunque la mayoría de universidades en Ecuador no contemplan estos instrumentos, colectivas, como la Coalición Feminista Universitaria, democratizan el acceso a información para estudiantes de las diversidades sexogenéricas. Y el activismo de Nicole Abad es fundamental en este espacio, para coordinar acciones en temas de género y diversidades.

Toda su preparación en este campo la desarrolla, mientras resiste a la violencia que acecha a los y las estudiantes de la comunidad LGBTIQ+ en las universidades; o cuando, personalmente, le toca ‘salir del clóset’ a cada lugar al que va.

El largo camino que Nicole ha recorrido en su vida universitaria le dio un propósito, que lo comparte desde la empatía: lograr que la respeten y la dejen existir para que su lucha por prevenir la violencia en las universidades sea una realidad.

Por lo pronto, asegura que ya no se siente sola. La gente que la acompaña la motiva a visibilizar a la población LGBTIQ+, porque ellos y ellas también existen.

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