Ecuador aún tiene buen aire, pero hay cinco acciones pendientes
La mala calidad del aire es una de las más importantes causas de muerte. ¿Qué pueden hacer autoridades y ciudadanos en Quito, Guayaquil y Cuenca?

En 2024, Ecuador logró la posición 100 de 138 en el Estado del Aire Global (SoGA, por sus siglas en inglés), con un nivel que se considera bueno, pero que todavía está por encima de los niveles máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El reporte fue generado por IQAir y avalado por organismos internacionales, y se base en la información remitida por instituciones calificadas y reportes satelitales. Se puede interactuar con mapas y datos y hacer comparaciones.
Esta cifra cobra relevancia a propósito del Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul, que promueve la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para disminuir una de las más importantes causas de muerte en el mundo.
La organización considera que “actuar ahora contra la contaminación atmosférica nos permitirá impulsar un cambio transformador y garantizar aire saludable para todas las personas”.
El reporte de IQAir midió 138 países en 2024. El aire más limpio estaba en Bahamas y Chad era la nación más contaminada. Ecuador estaba en la posición número 100.
Mapa 2024 por concentración de PM2,5

Por capitales, de las 121 con reportes, Quito ocupa la posición 88 (calidad del aire buena). El peor aire para respirar está en la ciudad de Delhi (India) y el mejor en Nassau (Bahamas). Estas posiciones van cambiando estacionalmente.
El nivel de Quito -y de Ecuador- es 1,9 veces superior al que la OMS considera como el máximo deseable. Quito marcó un PM2,5 de 9,7, que es el mismo que el promedio nacional.
El PM2,5 es la acumulación de partículas que miden un diámetro menor a 2,5 micrómetros (un micrómetro es una millonésima parte de un metro). Esa es, en definitiva, la polución más peligrosa para la salud humana.
Otros contaminantes relevantes son el dióxido de nitrógeno (NO2), muy ligado al tráfico vehicular, y el ozono troposférico (O3), que se forma con el sol del mediodía.
Hablar de la calidad del aire en Ecuador podría prestarse a confusión. Las tres ciudades más grandes, Quito, Guayaquil y Cuenca, tienen topografía, climas y formas de vida distintas.
¿De dónde viene el problema?
En Quito, la altitud y el valle hacen que el aire se “encierre” en las mañanas. Cuando hay poco viento se juntan humo de buses y camiones, polvo de obras y, a veces, ceniza. Luego, con el sol fuerte, puede aumentar el ozono "malo", que se acumula en la troposfera. Se puede pasar de "se respira bien" a "me arden los ojos".
El Diagnóstico de Salud del Distrito Metropolitano de Quito, de julio de 2024, señala que los resultados sugieren que los niveles actuales de contaminación contribuyen en un 7.8% al total de muertes prematuras en el DMQ.
"De acuerdo a la OMS, el 36% de muertes por cáncer de pulmón, 34% de muertes por accidentes cerebro vasculares y el 27% de muertes por enfermedades del corazón son atribuibles a la contaminación del aire", señala el documento.
Y concluye que los principales causantes de la huella de carbono en el DMQ están relacionados con los sectores de transporte (56%), residencial, comercial e institucional (20%), de residuos sólidos (13%) e industrial (11%).
Guayaquil respira un aire que mezcla vida portuaria, camiones, industrias cercanas y una ciudad que no se detiene. La brisa del mar ayuda, pero a ratos las corrientes del día devuelven la contaminación hacia los barrios.
Cuenca está rodeada de montañas, y eso tiene dos caras. Si la atmósfera es estable, el humo del creciente tránsito vehicular se queda cerca del suelo. En barrios periféricos, los hornos de ladrillo y cerámica suman partículas. Cuando corre viento por la tarde, el aire mejora y el valle respira mejor.
En 2024 los niveles de contaminación del aire subieron mucho más allá de cualquier cálculo a escala nacional, debido a que durante los apagones se usaron generadores, con una alta emisión de contaminantes.

Lo que hace el aire en la salud
Los efectos se notan en dos tiempos. En el corto plazo, la contaminación irrita ojos y garganta, dispara crisis de asma y agrava la bronquitis y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Personas con corazón sensible pueden sufrir arritmias o dolor en el pecho en jornadas de alta contaminación. El monóxido de carbono provoca mareos y dolor de cabeza en zonas mal ventiladas.
En el largo plazo, respirar aire sucio acelera la aparición de enfermedades del corazón, aumenta el riesgo de infarto y derrame cerebral, y se relaciona con cáncer de pulmón y diabetes tipo 2.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible piden reducir, de aquí a 2030, las muertes por contaminación del aire. No fijan un número exacto para cada ciudad, pero sí obligan a medir y a mejorar.
Como guía sanitaria, la OMS recomienda límites muy bajos para PM2.5, PM10 y NO2. Son metas exigentes, pero marcan la dirección: proteger primero la salud.
Lo que pueden hacer las autoridades
Aunque las causas de la contaminación de su aire son diversas, las medidas globales que pueden tomar ciudades como Cuenca, Quito y Guayaquil comparten una misma caja de herramientas.
La primera es promover el uso de datos en tiempo real para poder tomar decisiones. Ya es posible encontrar en varias aplicaciones las cifras de cada hora, y además ver los pronósticos.
La segunda es tener un transporte público más limpio. La renovación de la flota de trolebús en Quito, por ejemplo, el tranvía en Cuenca y los esfuerzos de la autoridad local guayaquileña van en esa línea.
Priorizar corredores de transporte de alta capacidad y avanzar hacia vehículos eléctricos, sobre todo en flotas públicas y portuarias, se añade a las medidas.
El tercer gran desafío es atacar el polvo de obras en construcción y de las vías sin asfaltar, que demandan planes de manejo y mantenimiento.
También es fundamental prohibir y sancionar la quema a cielo abierto, ofrecer alternativas para los residuos verdes y apoyar a productores para evitar quemas agrícolas.
En cuanto a las industrias, las licencias deben exigir límites claros y monitoreo en fuente de las emisiones de sustancias peligrosas al aire.

Lo que puede hacer cada persona
No todo depende del Estado. Elegir caminar, usar bicicleta o transporte público para trayectos cortos reduce humo y congestión. Evitar quemas, compostar residuos verdes y mantener bien los vehículos suma bastante.
Revisar los avisos de calidad del aire ayuda a planificar: ventanas cerradas y actividad bajo techo en picos de ozono o de partículas, sobre todo para niños y adultos mayores, evita enfermedades y su agravamiento.
Cuidar el aire es también un tema de derechos. La Asamblea General de la ONU reconoció el derecho humano a un ambiente limpio, saludable y sostenible.
Respirar mejor no es un sueño. Es un camino hecho de pequeñas y grandes decisiones. El aire limpio no se ve, pero se siente. Y nos hace bien a todos.
