'En Ecuador hay empresas que ya aplican economía circular'

La Directora del Centro Ecuatoriano de Eficiencia de Recursos y Producción más Limpia, Miriam Orbea, evalúa la implementación del modelo.

'En Ecuador hay empresas que ya aplican economía circular'
Miriam Orbea es la Directora Ejecutiva del Centro Ecuatoriano de Eficiencia de Recursos y Producción más Limpia (CEER). Foto: Youtopía Ecuador

La economía circular ha dejado de ser una alternativa y se posiciona como un modelo necesario para enfrentar los desafíos ambientales, económicos y sociales.

En Ecuador, el sector privado desempeña un papel clave en su implementación, especialmente en industrias que ya aplican prácticas circulares, aunque muchas veces sin reconocerlas formalmente como tales.

La Directora Ejecutiva del Centro Ecuatoriano de Eficiencia de Recursos y Producción más Limpia (CEER), Miriam Orbea, conversó con Youtopía, para analizar el rol del sector privado en la implementación de este nuevo modelo.

El CEER forma parte de la iniciativa de la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), de crear una red de centros de producción más limpia a nivel mundial, que contribuyan al desempeño ambiental y productivo de las empresas del país.

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¿Qué sectores económicos o empresas considera que están más avanzados en la transición hacia modelos circulares?

Un ejemplo es el sector metalmecánico, específicamente las empresas fundidoras. Su modelo de negocio es, en esencia, circular: recolectan chatarra, la funden, añaden ciertos componentes y generan nuevos productos que salen al mercado. Son empresas circulares por definición.

Ahora bien, para comprender a fondo la circularidad, debemos analizar todo el ciclo de vida del producto: desde la obtención de materias primas hasta la producción —que también debe considerar el uso eficiente de agua, energía e insumos— y la gestión del producto final.

Aunque las fundidoras ya tienen un modelo circular, aún hay aspectos donde podrían mejorar, especialmente en sus procesos internos.

¿Existen otros sectores que estén avanzando hacia esta línea de circularidad?

Sí, el sector forestal es otro ejemplo. Se está aprovechando mejor la madera y se están desarrollando productos a partir de residuos, como la madera plástica.

Además, industrias como las cartoneras y papeleras también operan bajo principios circulares: recolectan cartón y papel, que luego se convierten nuevamente en materia prima. En Ecuador, incluso se presenta escasez de estas materias por su alta demanda.

Entonces, ¿el sector productivo ecuatoriano ya aplica prácticas de economía circular?

Sí, aunque en muchos casos no se han formalizado ni medido bajo ese concepto. Afortunadamente, ahora contamos con la norma ISO 59000, que permite estandarizar y entender mejor la economía circular.

Esta norma promueve trabajar en todo el ciclo de vida de un producto y maximizar el tiempo que los materiales permanecen en la cadena productiva, evitando así que se conviertan en residuos o que se use material virgen.

También se promueve el uso de agua residual tratada en lugar de agua dulce, la adopción de energías renovables y la regeneración de los ecosistemas.

Cuando muchas industrias comenzaron, no tenían en cuenta estos conceptos que ahora se asocian con la sostenibilidad, los criterios ESG y el triple impacto: ambiental, económico y social.

Frente a estas consideraciones, ¿en qué situación están estas empresas en relación con la regeneración de ecosistemas?

Es una de las áreas donde todavía hay retos. Por ejemplo, en el caso de las fundidoras, si bien reducen la chatarra, su proceso puede generar contaminación ambiental.

Ahí surge la necesidad de mitigar estos impactos, quizás a través de reforestación u otras acciones que contribuyan a la protección de los ecosistemas.

“Muchas empresas ya aplican prácticas de economía circular, aunque no lo reconozcan como tal”.
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¿Qué papel juega la normativa vigente en el avance hacia la economía circular?

El marco normativo actual orienta tanto a las empresas que ya están trabajando en circularidad como a aquellas que aún no han iniciado. Permite identificar áreas clave, como por ejemplo en el plástico o la construcción.

Por ejemplo, trabajamos en un proyecto para eliminar el plomo en la pintura de la construcción. Si no se regulan estos componentes, el reciclaje de materiales puede generar contaminación.

La normativa también facilita el aprovechamiento de residuos. Por ejemplo, los desechos de fundición antes se consideraban desechos peligrosos.

Hoy, con una correcta gestión y monitoreo de toxicidad, pueden utilizarse como materia prima en la industria cementera, lo que reduce la necesidad de importar materiales.

El tejido empresarial ecuatoriano está compuesto en su mayoría por pymes. ¿Qué incentivos existen para que estas empresas adopten prácticas circulares?

Es cierto, más del 90% del tejido empresarial son pymes. En este contexto, los incentivos económicos son clave. Uno de los más relevantes es la doble deducibilidad tributaria, que puede motivar la inversión en cambios de matriz energética o prácticas sostenibles.

También existen incentivos simbólicos o de reputación, pero muchas veces no son suficientes. Se necesita crear mecanismos que ayuden a amortizar las inversiones iniciales, sobre todo en las pequeñas empresas, para que la transición no se convierta en una carga financiera.

“Para que una empresa cambie, tiene que haber una ley que lo obligue, un problema ambiental grave o un rédito económico claro”.

¿Hay experiencias internacionales que podrían aplicarse en Ecuador?

Sí. Por ejemplo, algunos países han creado fondos concursables a partir de los ahorros energéticos generados por las empresas.

Estos fondos permiten cofinanciar nuevos proyectos de eficiencia energética. En Brasil y México ya se implementan modelos similares.

En el caso de las pymes, que suelen ser consideradas de alto riesgo por las entidades financieras, sería útil establecer un fondo de garantía que facilite el acceso al financiamiento para este tipo de iniciativas.

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¿Cómo evalúa el desarrollo de la economía circular en Ecuador actualmente?

Las grandes empresas han comenzado a actuar, especialmente porque el manejo de residuos era un problema —tenían que pagar por su disposición.

Ahora, al ver que esos residuos pueden convertirse en insumos o incluso representar una oportunidad de negocio, ha habido un cambio de mentalidad.

En cambio, las pymes enfrentan más barreras: producen menores volúmenes, necesitan hacer inversiones y no siempre encuentran apoyo.

Por eso, es importante fomentar redes y simbiosis industrial, donde una empresa aproveche los residuos de otra. También se debe reforzar el apoyo normativo y tributario.

“No se trata solo de reciclar; se trata de repensar todo el ciclo de vida del producto, desde el diseño hasta su disposición final”.

¿Qué importancia tienen los datos y el Sistema Nacional de Información de Economía Circular para el desarrollo del modelo?

Tener información completa es difícil, porque muchas veces los datos son internos de las industrias. Sin embargo, la Responsabilidad Extendida del Productor (REP) obliga a generar reportes sobre productos como neumáticos, electrónicos o botellas plásticas. Esa información ya la tiene el Gobierno.

El reto es ampliar esta base de datos e incluir otros sectores no cubiertos por la REP, como el camaronero, donde existen procesos circulares que hoy no se registran. El sistema debería ser público y de fácil acceso, lo cual hoy no ocurre. Actualmente, solo los ministerios de Producción y Ambiente manejan esa información.

Recientemente el CEER presentó la “calculadora de circularidad”. ¿En qué consiste esta herramienta?

Es una herramienta diseñada para que las empresas comprendan mejor qué es la economía circular y midan en qué punto están. Está basada en la norma 50010 e identifica el nivel de circularidad de los procesos, productos o materiales.

Evalúa aspectos como reutilización, reciclaje, eficiencia de recursos, gestión de residuos, regeneración de ecosistemas y gobernanza. La idea es que cada empresa pueda autodiagnosticarse y generar indicadores que sirvan para tomar decisiones.

¿El uso de términos técnicos puede convertirse en una barrera, sobre todo para las pymes?

El concepto de economía circular puede parecer complejo. Muchas empresas ya aplican ciertas prácticas, pero no las reconocen con los términos técnicos. Por ejemplo, la simbiosis industrial —cuando el residuo de una empresa es la materia prima de otra— puede estar ocurriendo sin que lo identifiquen como tal.

Por eso, es importante trabajar en capacitación y difusión, adaptada a cada sector. La calculadora, por ejemplo, podría tener versiones específicas para distintas industrias.

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¿Qué recomendaciones haría desde el CEER para promover la circularidad en empresas de todos los tamaños?

Primero, trabajar en la eficiencia de los procesos internos y en toda la cadena de valor. Desde la elección de materias primas hasta el diseño del producto pensando en su reciclabilidad o reutilización.

También fomentar compras sostenibles, eficiencia energética, recirculación de agua y aprovechamiento de residuos. Es clave pensar desde el diseño en cómo desmontar o reciclar productos.

Para generar cambios reales en las empresas se necesitan tres factores: una ley que obligue, un problema ambiental grave o un rédito económico claro.

“La economía circular es una nueva forma de ver los negocios. Nos guste o no, es el modelo hacia el que vamos".

¿Qué desafíos impone la economía circular al sector empresarial?

La economía circular es una nueva manera de producir y es la nueva forma de ver los negocios. Exige una transformación completa del modelo productivo.

Y aunque pueda parecer complejo, está alineada con la protección ambiental, la salud y el bienestar colectivo.

En este proceso, el rol del consumidor —especialmente de los jóvenes— será fundamental. También es necesario un marco normativo que facilite el desarrollo de negocios sostenibles y circulares.

Miriam Orbea. Ingeniera Química con Maestría en Tecnología y Gestión Ambiental, cuenta con más de 25 años de experiencia en sostenibilidad industrial, economía circular, producción más limpia, eficiencia energética y finanzas sostenibles. Es auditora líder en normas ISO y ha trabajado como consultora y formadora para organismos internacionales como ONUDI, PNUD, BID y CAF. Desde 2016 dirige el Centro Ecuatoriano de Eficiencia de Recursos y Producción más Limpia (CEER), donde ha liderado proyectos con más de 450 empresas y desarrollado herramientas como la Calculadora de Circularidad.