Domingo Peas promueve la inclusión de los pueblos y nacionalidades en la COP15
Por Isabel Alarcón, desde Montreal
La presencia de Domingo Peas es constante en los pasillos y eventos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica, denominada COP15. Con su corona, su cara pintada y su alegría, a pesar del cansancio, recorre las instalaciones de este lugar para difundir la importancia de incluir a las comunidades amazónicas en las negociaciones y en la gestión de los territorios.
Peas, de nacionalidad achuar, es el coordinador territorial de la iniciativa Cuencas Sagradas y es uno de los representantes de los pueblos y nacionalidades indígenas de Ecuador, en la COP15 de Montreal, Canadá.
Su objetivo tiene especial relevancia en este evento, ya que el rol que tendrán las comunidades indígenas en metas, como el 30×30, aún no tienen consensos. A pocos días de que termine esta COP, y que se deba anunciar el Marco Global post 2020, el papel de los pueblos y nacionalidades en el manejo de las áreas protegidas sigue en corchetes. Es decir, las partes no se ponen de acuerdo sobre este punto.
Peas reflexiona sobre la aplicación real del 30×30 y de la necesidad de dar voz a los representantes indígenas en estas negociaciones para alcanzar una protección real de la biodiversidad.
¿La creación de más áreas protegidas es realmente un instrumento de conservación?
Cuando toman decisiones o quieren crear más reservas hay ventajas y desventajas.
Queremos que se incluya, pero con la autonomía y decisión del pueblo indigena, y no que el gobierno haga su reserva y excluya a los derechos de los pueblos indígenas. Ya hemos comprobado que, cuando hay intereses de petróleo o minería, no importa si es reserva o no. Hacen y deshacen con esta reserva. Con esa experiencia hemos dicho no: en los territorios indígenas va a haber respeto. Hay que considerar que se dé presupuesto para que sigan cuidando, que el bosque siga en pie y que no se siga expandiendo la tala indiscriminada. Queremos conservar, restaurar lo que está ya destruido, y reforestar. Ahí es cuando nosotros exigimos que en esta toma de decisiones sea insertada la propuesta indígena.
¿La meta de proteger el 30% de la superficie terrestre y el océano al 2030 es suficiente?
Para mi 30×30 no es tan impactante. La propuesta de COICA (Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica), que es la que nosotros los indígenas de nueve países estamos 100% de acuerdo, es 80×25. Es decir, 80% de conservación hasta el año 2025. No hay tiempo, hay que arrancar ya, pero, en vez de cuidar el bosque, quieren seguir ampliando el acceso a las talas ilegales o legales y eso es un peligro. Para nosotros, la Amazonía que tenemos no podemos tocar. Sé que el 80% no van a aprobar, pero nosotros lo vamos a seguir practicando en nuestro territorio.
¿Qué implica no tocar la Amazonía?
Muchos nos critican sobre qué va a pasar en Ecuador si ya no sacamos petróleo. No estamos diciendo que se paralice ya. Estamos diciendo que hagamos una verdadera transición. Es decir, transición en la forma de pensar. No estamos hablando de transición ecológica. Eso es un error. La selva no necesita cambio. Debe estar intacta. Donde hemos sacado petróleo, hemos contaminado hasta decir basta. Hasta ahora hay gran contaminación en toda la zona petrolera. Si no me creen, vayan a ver donde están sacando oro. ¿Qué va a pasar cuando se acabe el petróleo de aquí a 15 años? Si no nos preparamos ahora, y no por mí, porque no sé cuánto más voy a vivir, lo que me preocupa es la próxima generación.
¿De qué forma se podría impulsar la economía en estas zonas manteniendo la conservación de los territorios?
El reto ahora para el país es la bioeconomía. Lo que queremos nosotros es cuidar la selva, pero también concentrarnos en un programa de manejo planificado de un cultivo tradicional, donde va a haber diversificación de productos, no monocultivos. El objetivo es que se dé un valor agregado a los productos que pueden servir al mercado nacional e internacional, y poder detener la tala de árboles y crear mejores fuentes de trabajo en todos los territorios.
¿Qué se necesita para implementar estas alternativas?
Para nosotros el programa enmarca primero la gobernabilidad territorial con un plan de trabajo. Por ejemplo, los achuar tenemos programa de turismo. Esto genera fuente de trabajo en el lugar y se crean otras fuentes porque las mujeres trabajan en artesanía, los jóvenes trabajan para dar productos a los turistas y se mueve la hotelería. Por otra parte, sabemos que hay productos rentables a nivel internacional. Por ejemplo, aceites esenciales de algunas palmas que ya salen al mercado internacional. Tenemos vainilla, aceite de canela y productos que servirían para que la gente, sin talar, pueda aprovechar el producto y quedarse en el territorio, en vez de buscar trabajo en la ciudad.
¿En qué otras formas puede contribuir la COP15 para alcanzar estos objetivos?
Estamos aquí con el equipo, que está trabajando con COICA, para hacer un llamado de crear una conciencia humana, especialmente con la juventud, porque son los que nos van a sustituir y son los próximos gobernantes. Queremos insertar los derechos de la naturaleza y de los pueblos dentro de la negociación. Cada día analizamos pros y contras y lo más importante es que no queremos que sea excluida la voz de los pueblos indígenas. Queremos estar con nuestros delegados oficiales con voz y voto. Tenemos que ir cambiando nuestro sistema de desarrollo y ahí necesitamos la participación de mujeres, hombres, jóvenes y empresarios para sentarnos todos y diseñar un nuevo camino. Nuestro programa Cuencas Sagradas no es para pelear, es para integrar y dar nuevas propuestas.
Esta nota fue realizada con el apoyo del proyecto “COP15 a la lente”.