Sequías y temperaturas récord: la huella del calentamiento global en la Amazonía ecuatoriana
Por Cristina Márquez
Las lluvias siguen siendo escasas en las provincias amazónicas del Ecuador. A inicios de noviembre, una intensa sequía, la más fuerte de los últimos 25 años, provocó una drástica reducción en los afluentes que conectan a centenares de comunidades indígenas y la desaparición de lagunas y humedales.
En Sucumbíos, Orellana y Napo, donde ha llovido menos de la mitad de lo que se esperaba, hay centenares de especies acuáticas y terrestres afectadas por la sequía. En la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno, por ejemplo, miles de peces murieron por la evaporación de su hábitat.
En Pastaza, Morona Santiago y Zamora Chinchipe la sequía se siente con menos intensidad, pero se registran altas temperaturas. También hay poblaciones afectadas por la falta de agua y suministros, debido a que el tránsito fluvial en los ríos selváticos es irregular por los caudales bajos.
El calentamiento del océano, el factor que propicia el Fenómeno de El Niño, es la principal causa de la ausencia de lluvias en la Amazonía. La anomalía en la temperatura del agua incide en la atmósfera, el viento cambia de dirección y las lluvias se concentran en la zona costera.
A esto se suman los efectos del cambio climático que ya son perceptibles en el Ecuador. Entre octubre y noviembre en la Amazonía se registraron las temperaturas más altas del país, en los últimos 13 años. En Tena, Napo, el termómetro del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) midió una temperatura bajo sombra de 38.5 grados centígrados.
Humedales de Sucumbíos desaparecieron por la ausencia de lluvias y el calor
Las 14 lagunas de la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno alcanzaron niveles de agua nunca antes vistos, algunas desaparecieron casi por completo.
En esa zona de la Amazonía no llovió en dos meses. Sucumbíos apenas registró en octubre 266 milímetros de precipitaciones, cuando el promedio usual para esta temporada del año son 484.
“Hay una temporada que el agua baja de nivel, ocurre usualmente entre febrero y marzo. Este año la sequía no sólo se adelantó, sino que dejó una grave afectación que nunca antes se había visto. El agua nunca había llegado a este nivel”, dijo Hernán Sarango, guía turístico de Lago Agrio, mientras mostraba la laguna central de la Reserva Cuyabeno.
Él cuenta que en los últimos cinco días se registró una leve mejoría, el caudal del río Cuyabeno se incrementó y la zona inundada empezó a crecer nuevamente. Sin embargo, la Laguna Central sigue al 40% de su nivel usual.
“En el peor momento de la sequía, hace solo unos días, esta laguna quedó a una altura de 20 centímetros. Estamos acostumbrados a verla sobre los tres o cuatro metros de agua”, dice Sarango.
Esos humedales que solían permanecer inundados todo el año, están llenos de vida. Allí habitan una diversidad de reptiles, peces, incluso mamíferos acuáticos, como nutrias y dos especies de delfines.
Juan Pablo Fajardo, director de la zonal 7 del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (Maate), explica que muchas de las especies que habitan en la Reserva están en estado de amenaza y en peligro de extinción.
“Cuando los caudales de agua empezaron a disminuir, los reptiles y mamíferos migraron en busca de alimento. La ictiofauna, en cambio, sí resultó afectada, especialmente peces pequeños en estado de preocupación menor”, dice Fajardo.
Altas temperaturas se deben al cambio climático según expertos
En las últimas semanas la temperatura en el país superó por entre dos y tres grados centígrados su promedio usual. Según el Inamhi esto se debe a dos factores: la ausencia de nubes y los efectos del cambio climático.
Octubre fue el mes con más anomalías en la temperatura. En el norte del país, los termómetros ambientales registraron 28 grados al mediodía. En el callejón interandino la temperatura fluctuó entre los 24 y 23 grados.
La Amazonía registró las temperaturas más altas. En Pastaza y Morona Santiago el promedio fue de 33 grados, mientras que en Orellana, Sucumbíos y Napo el promedio fue de 35 grados.
“Es inusual tener estas sequías tan prolongadas en la Amazonía. La temperatura del mundo influye en estas anomalías que ya se sienten en el Ecuador”, explica Javier Macas, técnico del Inamhi.
Julio Rivadeneira, investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), concuerda con ese criterio.
“Los cambios en los patrones de precipitaciones y sequía prolongada se deben al calentamiento global“, afirmó el experto. “El incremento en la temperatura es especialmente grave para la biodiversidad amazónica y seguro ocasionará efectos adversos por la flora y fauna que está adaptada a un rango específico de temperatura”.
Él explica que julio fue el mes más caluroso del año y batió récords históricos. Esto desencadenó eventos climáticos extremos, que fueron muy notorios en el norte del globo, lluvias y nevadas extremas y más.