Las ballenas ayudan en la lucha contra el cambio climático en Ecuador
Por Isabel Alarcón
La conservación de las ballenas es clave en la lucha contra el cambio climático. Estos cetáceos, además de ser un legado de los grandes mamíferos que habitaron en el pasado en el planeta, tienen un rol activo en mitigar los efectos del fenómeno mundial. Como cada año, este 23 de julio, se recuerda la importancia de proteger a estos animales en el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines.
Patricia Rosero, investigadora de la Universidad de las Américas (UDLA), explica que cada ballena captura la misma cantidad de carbono que mil árboles. Gracias a su tamaño puede almacenar grandes cantidades de este gas de efecto invernadero, asociado al avance del cambio climático. Una vez que muere, el carbono no se libera nuevamente a la atmósfera.
Por otro lado, sus heces son ricas en hierro, nitrógeno y otros nutrientes que aumentan la productividad de algas como el fitoplancton. Esto a su vez ayuda a absorber el carbono del ambiente y mantiene los ecosistemas marinos saludables.
Daniela Alarcón, investigadora del Galápagos Science Center (GSC) y a cargo del Proyecto de Investigación de Cetáceos, cuenta que en los últimos años los estudios se han centrado en estas capacidades de las ballenas. Algunos demuestran que cada individuo retiene hasta 33 toneladas de carbono.
Estos animales también son indispensables para mantener el equilibrio de los ecosistemas y se han convertido en una fuente de ingresos para quienes promocionan sus avistamientos.
Las ballenas se distribuyen a lo largo de todo el mundo y Ecuador es uno de los sitios donde se las puede apreciar los 365 días del año.
En el país se estima que existen siete especies. La jorobada es la más conocida y la azul es la más grande y amenazada. Esta última es común en Galápagos y es probable observarla entre julio y octubre.
Las amenazas derivadas de la pesca incidental
A pesar de que la cacería ya no está permitida, existen otras amenazas para estos cetáceos. Patricia Rosero cuenta que una de las principales, especialmente para la jorobada, es la pesca incidental.
En Ecuador se capturan alrededor de 35 cetáceos anualmente y se registran 29 ballenas jorobadas enmalladas por cada temporada.
A escala mundial, alrededor de 300 000 ballenas, delfines y marsopas se enredan cada año con redes perdidas. Otro problema, al ser especies migratorias, son las colisiones con embarcaciones. La ballena azul, al viajar desde Chile hasta Galápagos, es vulnerable a estos eventos al coincidir en las rutas de navegación de los buques.
Entre junio y septiembre, los varamientos son comunes. Para determinar sus causas, Rosero sostiene que se elaboró, junto con el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica, un protocolo de respuestas a estos eventos.
Alarcón explica que en Galápagos se están realizando varios esfuerzos para conocer más sobre el comportamiento y los movimientos de las ballenas. “La idea es generar más información científica para que sea compartida y trabajada a nivel regional o global”, dice la investigadora. Todavía son inciertos los motivos de su migración a los mares ecuatorianos o el origen de cada población.