Ecuador es un punto estratégico para las aves migratorias
Por Isabel Alarcón
Unas vuelan durante meses sobre el océano, otras van por las montañas y algunas bordean las playas. Cada año, miles de aves de la parte norte y sur de América llegan a Ecuador, en busca de alimento, agua y mejores condiciones climáticas. Este es un proceso que se lleva a cabo desde hace millones de años, pero el problema es que, cada vez, se enfrentan a mayores amenazas durante su camino y en su lugar de destino.
Ecuador es un punto estratégico para estos animales. En algunos casos es un sitio de paso y en otros es el país elegido para pasar el mes que dura su migración.
Estas especies tienen un rol importante no solo en su lugar de origen, sino en sus paradas. En este Día Mundial de las Aves Migratorias, que se conmemora este 13 de mayo del 2023, se recuerda la necesidad de protegerlas de los peligros que ponen en riesgo su existencia.
La desaparición de los humedales, el crecimiento de las ciudades y el cambio climático son algunos de los factores que las amenazan.
Ecuador recibe dos tipos de migratorias
Reinita pechinaranja, piranga rubra, candelita norteña y gavilán aludo son algunas de las especies que vienen cada año desde países como Canadá hasta Ecuador. Otras, como el halcón peregrino, incluso vuelan desde Groenlandia hasta Quito.
Este tipo de aves, que vienen desde el norte del continente, son conocidas como boreales. Es común observarlas entre octubre y abril de cada año, en diferentes partes de Ecuador. Es decir, las últimas que vinieron en este 2023 ya están de regreso a sus zonas de residencia habitual.
Sandy Espinoza, directora del proyecto Jardines Silvestres y miembro del programa Aves Urbanas Quito y del colectivo Aves Quito, cuenta que hay alrededor de 130 especies boreales que llegan a Ecuador.
Espinoza cuenta que se las puede ver en las zonas urbanas. Hace cinco años, recuerda, llegó el halcón peregrino al jardín de su casa. En otra ocasión se encontró con un picogrueso pechirrosa, que es una especie muy rara. Esta ave acudió durante toda su estadía a la casa de Espinoza para alimentarse de los choclos que tenía en su jardín.
Las boreales son más numerosas y estudiadas en comparación con las australes, que llegan desde el sur del continente.
El gavilán de garganta blanca, el tirano melancólico y la tijereta sabanera son algunas de las 25 especies de australes, que llegan cada año desde países como Argentina y Chile. Con suerte, se las puede ver entre marzo y junio.
¿Por qué llegan a Ecuador?
Las aves migratorias llegan al país en busca de alimento, zonas de descanso y refugio de las temperaturas extremas de sus lugares de origen. Espinoza cuenta que, cuando empieza el invierno en América del Norte, activan su reloj biológico y empiezan a prepararse para el viaje.
Las aves se alimentan en grandes cantidades para estar en condiciones de cruzar, Norteamérica, Centroamérica y llegar hasta Colombia, Ecuador y Perú. En estos sitios encuentran comida y descanso.
Los adultos enseñan a las aves más jóvenes el camino. Por eso, siempre siguen las mismas rutas y llegan a los mismos lugares. Esto se ha convertido en un problema, ya que cada año hay más zonas urbanas y menos lugares para que se alimenten y tomen agua.
La desaparición de humedales es un problema
Al cruzar todo el continente, las aves migratorias se enfrentan a una variedad de amenazas como la destrucción de los hábitats, transformación del paisaje, la expansión de la frontera agrícola, las consecuencias de la aplicación de plaguicidas y la cacería ilegal.
Diego Cisneros-Heredia, director del Museo de Zoología de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), explica que uno de los principales impactos es la desaparición de humedales, ríos y lagunas.
Estos son los sitios con mayor peligro porque ya están contaminados y, en otros casos, se han secado. Esto es evidente en Quito, ya que ahora las aves migratorias deben llegar a los reservorios artificiales, ante la falta de espacios naturales.
“Una vez que pasan las lagunas de Imbabura, tienen problemas cuando pasan a los Andes de Pichincha porque ya no hay humedales”, dice Cisneros-Heredia.
Este investigador también es Director del Hospital de Fauna Silvestre Tueri. Hasta este punto, cada año, llegan aves migratorias con signos de cansancio, desnutrición y deshidratación. Estos síntomas están relacionados con la falta de humedales.
“De repente tienen que volar mucho más de lo planeado porque no encuentran un sitio donde descansar o alimentarse. Entonces, aterrizan en otras zonas por el cansancio o el hambre”, cuenta Cisneros-Heredia. Esto lleva a otro problema: los ataques de perros y gatos.
Cambio climático y otras amenazas
El cambio climático se ha convertido en una nueva amenaza para las aves migratorias. Cisneros-Heredia explica que estas aves necesitan cuadrar su regreso a Norteamérica con el inicio de la primavera. De esto depende que tengan suficientes insectos y frutas para alimentar a sus crías.
Si es que llegan mucho más tarde o más temprano, o se descuadra el proceso de viaje, van a tener menos tiempo con alimento para las aves. Lo mismo sucede antes de partir. Tienen que comer lo suficiente para guardar grasa en su cuerpo, que les ayude a soportar los viajes largos.
El cambio climático impacta los procesos de disponibilidad de insectos y frutas. El especialista dice que en Europa y Norteamérica ya existen estudios de que han variado los periodos de reproducción por esta problemática y eso afecta la viabilidad de algunas poblaciones de aves migratorias.
Sergio Lasso Barreto, coordinador de la Escuela de Posgrado de la Universidad de Especialidades Turísticas (UDET) y socio fundador de Aves y Conservación, cuenta que el cambio climático tiene un efecto nocivo en las especies que utilizan ecosistemas marinos costeros.
El Plan de Acción para la Conservación de Aves Playeras Migratorias de Ecuador revela que este fenómeno ocasiona el aumento de nivel del mar, salinización de ciertos humedales costeros e inundaciones de algunos hábitats de estas especies.
Lasso Barreto dice que la salinización es un problema que afecta en varios aspectos. El cambio de concentración de la sal en el ambiente causa un impacto en las especies que sirven de alimento para las aves acuáticas. La falta de comida afecta también su reproducción.
La expansión de la agricultura, ganadería y acuicultura son otras amenazas que causan la disminución de sus sitios de descanso y alimentación. A esto se suman las actividades mineras y construcción de vías.
¿Cómo ayudar a las aves migratorias?
“Para proteger a las aves, el ciudadano común debe convertirse en el principal defensor de los sitios para la conservación de la biodiversidad”, dice Lasso Barreto. Este investigador cree que es esencial que todas las personas se involucren en el cuidado de las zonas naturales.
Actualmente ya existe una red de sitios de aves migratorias playeras y hay un mapa de las zonas más usadas por estos animales en las diferentes regiones del país. Un sitio importante, dice el investigador, es la zona sur del Golfo de Guayaquil. Este lugar reúne al 26,3% de la población del ave playero Calidris Pusila.
Las áreas protegidas como la Reserva Ecológica Manglares Churute, Parque Nacional Cotopaxi, Parque Nacional Llanganates, Parque Nacional Cayambe Coca y Reserva Ecológica Antisana también son zonas importantes para estos animales.
Sandy Espinoza también promueve la recuperación de espacios verdes. En las zonas urbanas se puede sembrar plantas nativas y colocar fuentes de agua, para que las aves se hidraten en su camino.
Todos coinciden en la importancia de la educación ambiental y en difundir la necesidad de conservar a estas aves. El paso de las migratorias por Ecuador es indispensable para mantener la salud de las especies locales y de todos los ecosistemas.
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