Las actividades humanas están acelerando la destrucción de la Amazonía
Por Isabel Alarcón
La idea de que la Amazonía es el pulmón del mundo está cambiando. Esta selva es conocida por su potencial para absorber el carbono de la atmósfera y así contribuir a mantener el aire limpio. Amenazas como la deforestación y los incendios están causando que, en lugar de ser un gran sumidero de carbono, se convierta en una fuente de emisión de estos gases, al quedarse sin árboles y vegetación.
Las actividades humanas están cambiando las dinámicas naturales y destruyendo los ecosistemas amazónicos a una velocidad nunca antes registrada. Un estudio publicado en Science, una de las revistas científicas más importantes del mundo, revela que las tasas de cambio derivadas de los procesos antropogénicos (humanos) que afectan a esta región son de cientos a miles de veces más rápidas que las de los fenómenos climáticos y geológicos naturales.
“Estos cambios han afectado millones de kilómetros cuadrados en solo décadas o siglos, en comparación con los millones de millones de años para los procesos evolutivos, climáticos y geológicos”, dice el estudio ‘Human impacts outpace natural processes in the Amazon’.
Por ejemplo, eventos como sequías extremas e inundaciones récord han sido registradas en nueve de los últimos 15 años. En el siglo pasado se contabilizaron solo cuatro sequías de este tipo y tres inundaciones récord.
Esto no solo tiene consecuencias en esta región, sino que genera un desbalance en toda la vida del planeta.
Un análisis de toda la cuenca amazónica
“Esos cambios tan súbitos afectan a la biodiversidad de forma desproporcionada porque las especies no tienen la capacidad de adaptarse a cambios tan rápidos”, dice Juan Manuel Guayasamín.
Este investigador de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) es uno de los tres autores ecuatorianos del estudio, junto con Andrea Encalada, vicerrectora de la USFQ, y Carmen Ulloa Ulloa, curadora en el Missouri Botanical Garden.
Guayasamín cuenta que este estudio surgió de los trabajos del Panel Científico por la Amazonía. Este grupo está formado por 240 científicos y nació en el marco del Pacto de Leticia, que firmaron en septiembre de 2019, los presidentes de la región amazónica, menos Venezuela, para entender más sobre el funcionamiento de esta cuenca y proteger su biodiversidad y diversidad cultural.
En una primera evaluación se escribieron 34 capítulos sobre el estado de esta zona. “Este tipo de informes son importantes, pero son gigantes. Lo que queríamos hacer es una cosa de impacto y nos lanzamos a escribir esta revisión de dos capítulos”, dice Ulloa Ulloa. Su emoción por difundir los resultados mediante una revista como Science se mezcla con la preocupación por “la situación dramática para la cuenca amazónica”, que muestran los hallazgos del informe.
La deforestación es un grave problema
Los cambios más rápidos en la Amazonía son causados por el cambio de uso del suelo. Los bosques se están convirtiendo en tierras degradadas y para el cultivo de productos, especialmente para exportación.
En los últimos 20 años, según el estudio, las exportaciones de soja de Brasil a China aumentaron un 2000%, sobre todo como alimento animal para abastecer el consumo de carne en ese país.
Hasta 2019, alrededor de 867 000 km2 o el 14% de la selva amazónica fue deforestada. Entre 1995 y 2017, un 17% de estos bosques estaban degradados por la tala, los incendios y la creación de carreteras.
Para Guayasamín, si no hay un cambio en el mercado y los patrones de consumo, “que estimulan que haya más agricultura, más ganadería y más minería”, va a ser muy difícil que la Amazonia se pueda adaptar a estos cambios.
Otras actividades que están acelerando los cambios en esta región son la contaminación asociada a la minería y la fragmentación de ríos causados por las represas. Ecuador, por ejemplo, ocupa solo el 1,5% de la Amazonía, pero concentra el 18% de las hidroeléctricas activas.
Impactos en la vida del planeta
Aunque la Amazonía alberga a un tercio de las especies de la Tierra, solo el 10% se estima que han sido descritas. Esto implica que especies que todavía no son conocidas, ya están desapareciendo por las actividades humanas.
“Este conocimiento también se está perdiendo”, dice Ulloa Ulloa, ya que estas especies podrían tener potenciales médicos o podrían ser fuentes de alimento. La especialista en flora estima que existen alrededor de 3 500 especies de plantas vasculares en la cuenca amazónica ecuatoriana.
Posiblemente un 15% de estas sean endémicas del Ecuador. Es decir, no existen en otras partes del planeta.
Las actividades humanas no solo aceleran la extinción de las especies, sino también el cambio climático, el aumento del nivel del mar y la erosión del suelo. Todo tiene consecuencias en la vida de las personas.
Cambio en los patrones de consumo
Además de resaltar la destrucción de los ecosistemas fomentada por los humanos, el estudio promueve la necesidad de actuar para evitar que estos impactos avancen.
“Necesitamos acciones rápidas para detener estos procesos tan acelerados y violentos”, sostiene Guayasamín. La bioeconomía, fortalecer las leyes y promover un desarrollo sostenible son algunas de las opciones que se mencionan en el artículo.
Para Ulloa Ulloa esto implica que las personas se interesen más sobre estos temas y pidan a las autoridades soluciones para estas problemáticas. Reducir el consumo, exigir productos libres de deforestación y conocer lo que está ocurriendo en estas zonas también son formas de contribuir.
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