La Amazonía es necesaria para detener el aumento de temperatura
Por Isabel Alarcón
Los récords de calor en la Costa, las lluvias en la zona Andina e incluso el deshielo en los polos se relacionan con la Amazonía. Esta selva es crucial para conservar la vida en el planeta y detener el avance del cambio climático. Pero, al mismo tiempo, es una de las regiones más vulnerables al aumento de temperatura y a los eventos extremos.
En estos días, estos bosques han estado en el foco de atención por la Cumbre Amazónica de Belém, en Brasil, o por la consulta popular del próximo 20 de agosto, para dejar el petróleo bajo el Yasuní, en Ecuador. En cuatro meses, también se discutirá su futuro en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, conocida como COP28.
Aunque se realizará en Emiratos Árabes Unidos -y el Presidente de la COP es el jefe de la empresa nacional petrolera- uno de los puntos principales es cómo dejar la dependencia en la gasolina y otros combustibles fósiles. Este punto es vital para preservar ecosistemas como la Amazonía, que son responsables del equilibrio del planeta.
¿Cómo se relaciona la Amazonía con el cambio del clima?
Decir que la Amazonía tiene un impacto en todos los rincones del mundo, sin importar la distancia, no es una exageración. Por ejemplo, existe una relación estrecha entre el desierto del Sahara y esta selva.
Ivonne Yánez, responsable de Clima y Economía Verde en la organización Acción Ecológica, cuenta que, cuando se levanta la arena del desierto de África, se transporta a través de todas las corrientes de aire que cruzan el Océano Atlántico y se deposita en la Amazonía. Esto le brinda una característica especial a los suelos y a la vida en la selva de América del Sur.
En la Amazonía también se generan los conocidos como “ríos voladores”, que son una cantidad de nubes, que avanzan hacia los Andes, y provocan las precipitaciones necesarias para que haya vida en sus estribaciones.
“Es importante la salud de la Amazonía para preservar la salud regional de Latinoamérica, pero también para cumplir con circuitos ecosistémicos alrededor del mundo”, dice María Inés Rivadeneira, líder de Políticas para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) Ecuador y WWF América Latina y el Caribe.
Si es que hay un desbalance o cambio en la selva, estos procesos sufrirán afectaciones. Algo similar ocurre con la temperatura del planeta. Según datos de la especialista de WWF, la Amazonía almacena bajo su suelo 29 veces más dióxido de carbono que las emisiones anuales de China. Esto representa entre 367 y 733 gigatoneladas de carbono equivalentes.
Cuando se deforesta, todas estas emisiones se liberan al ambiente, lo que influye en el aumento de temperatura del planeta y, a su vez, en los eventos climáticos extremos en diferentes partes del mundo.
Según datos de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG), entre 2001 y 2020, estos bosques ya han perdido 54,2 millones de hectáreas. Esta cifra equivale al tamaño de Francia.
Mientras la Amazonía sigue perdiendo su vegetación, en 2023 se registraron los tres días más calientes de la historia e incluso julio ya es considerado oficialmente el mes con las temperaturas más altas.
¿Se pueden cumplir las metas climáticas sin conservar esta selva?
Los países del mundo se reunirán del 30 de noviembre al 12 de diciembre de este año en la COP28, para evaluar los avances en torno a las metas del Acuerdo de París. Este busca que la temperatura del planeta no aumente más de 1,5C hasta el 2100, pero, hasta el momento, ya ha subido 1,2C.
Cumplir con las metas climáticas es una tarea compleja, si no se conservan estos ecosistemas. La cantidad de emisiones que se liberarán de los suelos de la Amazonía, y la pérdida de su capacidad para retener los gases contaminantes, no detendrán el aumento de la temperatura global.
Esto se complica aún más si la Amazonía se convierte en una gran sabana. Según Carlos Nobre, científico de la Universidad de Sao Pablo y copresidente del Panel Científico por la Amazonía, en 10 o 20 años ya se empezará a sentir este “punto de no retorno”. Solo bastan entre 30 a 50 años para la degradación total de esta región.
Además de la deforestación, la extracción de petróleo y minería se suman a las amenazas que están llevando a la selva a este “punto de no retorno”.
Solo en la Amazonía de Ecuador, que abarca menos del 2% de esta región, se han deforestado 623 mil hectáreas de bosque en 19 años. Datos del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) registran 1.600 derrames petroleros en los últimos cinco años.
“Tenemos que cerrar la deforestacion, degradacion y el fuego, pero es un reto muy difícil”, dice Nobre, quien recuerda que en la COP27 ya se lanzó la idea de restaurar 500 mil km2 de este bioma para detener su destrucción.
¿Por qué la COP28 es importante para la Amazonía?
En este nuevo encuentro de países signatarios del Acuerdo de París se discutirán temas clave para la región, como los mecanismos de financiamiento, el fondo de pérdidas y daños, y la transición energética justa.
Para Ivonne Yánez, es importante que los países amazónicos y del sur lleven una posición como bloque a la próxima COP28. Uno de los puntos vitales es el financiamiento que deben dar los países desarrollados a los que están en vías de desarrollo, para cumplir con sus metas. Estos ya se habían comprometido en dar USD 100 mil millones para que los del sur global puedan alcanzar sus objetivos, pero es un tema pendiente.
“Los fondos no deben estar condicionados, ni atados a créditos, ni a mercados de carbono. Debe ser una contribución como parte de lo que se conoce como la deuda climática o ecológica que tienen los del norte con los del sur”, agrega.
A esto se suma el fondo de pérdidas y daños, que se discutió por primera vez en la conferencia del 2022. El término se refiere a los montos que se destinarán para los impactos que ya ha ocasionado el cambio climático.
Para María Inés Rivadeneira, todo lo relacionado al financiamiento es vital para crear programas integrales no solo para enfrentar a los eventos climáticos extremos, sino también para la adaptación.
Aunque países como Ecuador no son los mayores emisores de gases contaminantes, son los más vulnerables a los efectos de este fenómeno.
“Es importante que las personas sepan cómo actuar frente a los impactos negativos que ya suceden en la Amazonía”, dice la especialista de WWF. Se refiere a las inundaciones, sequías prolongadas y cambios en las épocas de cultivo, que cada vez son más frecuentes.
¿Ecuador muestra el ejemplo?
Otro tema central de la COP de este 2023, y que se refiere directamente a la Amazonía, es la transición energética justa para salir de la dependencia de los combustibles fósiles. Uno de los grandes objetivos es buscar las formas de abandonar el modelo de economía extractivista y transitar hacia uno basado en la justicia social.
En Ecuador, ya se ha puesto este tema sobre la mesa en estos días con la consulta popular que plantea dejar el crudo bajo el Parque Nacional Yasuní. Este es considerado uno de los sitios que alberga mayor biodiversidad por metro cuadrado en el mundo y es reserva de biósfera de la Unesco. Al mismo tiempo, es uno de los puntos de extracción de petróleo en Ecuador.
Para Ivonne Yánez, preservar el Yasuní es un camino de soluciones reales, medibles, eficientes y concretas de enfrentar el cambio climático, que se relaciona con la extracción y quema de combustibles fósiles. “Ecuador va a ser un ejemplo del mundo de que sí se puede tomar medidas eficientes con respecto a la reducción de emisiones de gases efecto invernadero”, dice.
Además de preservar la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, en este parque habitan tres pueblos en aislamiento voluntario.
Para María Inés Rivadeneira, conservar esta área es una medida acertada para pensar en cómo salir de modelos extractivistas y plantear una economía en positivo con la naturaleza y las personas.
Y aunque aún no se conoce cuál será el desenlace de la consulta sobre el Yasuní o de las discusiones en torno al petróleo en la COP28, se sabe con certeza que el futuro de la vida en el planeta depende de estas decisiones.
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