Las lecciones aprendidas en Alausí, un mes después de la tragedia
Por Cristina Márquez
El movimiento en masa registrado la noche del 26 de marzo del 2023, en Alausí, se recuerda como la desgracia de mayor magnitud en la historia de ese cantón, ubicado al sur de Chimborazo.
El deslizamiento de unas 24 hectáreas de la montaña dejó sin hogar a 1.034 personas. Hasta el 25 de abril, los rescatistas habían recuperado los cuerpos de 48 personas y seguía en la búsqueda de 40.
Investigadores, técnicos y otros especialistas analizan los factores que incidieron en el desastre. Esta búsqueda de respuestas pretende traducirse en acciones para prevenir la pérdida de más vidas y mitigar los efectos de esos eventos adversos.
Geólogos, ambientalistas y especialistas en gestión de riesgos concuerdan en que, si bien es cierto que en el deslizamiento influyó la topografía del suelo, las fallas geológicas y otros factores naturales, las malas prácticas ambientales y la acción humana aceleraron la catástrofe.
¿Qué ocasionó el movimiento en masa?
Priscila González, directora de la carrera de Gestión de Riesgos de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), explica que el suelo arenoso y erosionado situado en una zona de pendientes pronunciadas, como Alausí, convierte al cantón en una zona de alto riesgo.
“Ese tipo de terrenos son altamente susceptibles al desprendimiento. Esto, combinado a la pérdida de la cobertura vegetal, deforestación y a las prácticas agrícolas no sostenibles ponen a la zona en un riesgo inminente”, afirma la académica, quien es ingeniera en gestión ambiental y cuenta con un masterado en gestión de riesgos.
Cuando las pendientes pierden su vegetación nativa el suelo queda más expuesto a la erosión por el viento y el agua, por lo que se debilita y degrada.
La intensidad de las lluvias fue otro factor de riesgo
Otro factor que incidió fue la lluvia. Durante toda la semana previa al deslizamiento, el temporal no dio tregua, llovió mucho más de lo esperado y en una época inusual. Los moradores de Alausí cuentan que por tanta humedad el suelo parecía gelatina.
Según el Inamhi, eso debió al ingreso de masas de humedad desde el Océano Pacífico causadas por el incremento en la temperatura del mar. Este es un efecto del cambio climático.
La modificación del terreno para la construcción de infraestructura vial y zonas habitables es otro desencadenante del movimiento en masa.
El geólogo Miguel Chávez, docente de la Espol, afirma que el socavamiento de la montaña hace 40 años para la construcción de la carretera Panamericana (E35), puede ser, quizás, la principal razón del deslizamiento debido a la inestabilidad del terreno.
“Las obras civiles en las zonas de pendiente necesariamente requieren de un plan de contingencia y uno de remediación ambiental… Cuando se toma la decisión de modificar el suelo por una obra de infraestructura se requiere reforestar para recuperar la estabilidad del suelo”, explica González.
El polígono en riesgo está en una zona de 214 ha. En la parte baja estaban asentados cinco barrios de Alausí, mientras que en la parte alta de la montaña había potreros, para la ganadería y sembríos.
La naturaleza se autorregula con los deslizamientos de tierra
Rachel Conrad, investigadora alemana especializada en medioambiente, estudia la zona en riesgo. Para ella, los deslizamientos también tienen motivos naturales relacionados con la autorregulación del ecosistema.
“Los deslizamientos son procesos de la naturaleza para reequilibrarse y rejuvenecer sus suelos. Así la tierra alimenta de nutrientes y sedimentos a los ríos y los cauces”, dice Conrad.
Según ella, la planificación de las ciudades en Ecuador no considera esos procesos naturales. “Hay personas viviendo en sitios que históricamente han sido zonas de deslizamientos, esto convierte a un proceso natural en el escenario de un desastre.
En el 2009, un estudio geológico efectuado por técnicos de la Secretaría de Gestión de Riesgos concluyó que Alausí y Chunchi están en zonas de riesgo y de alto riesgo debido a que están asentadas en ramificaciones de una falla geológica. El estudio encontró indicios de que toda la zona sur de la provincia está ubicada donde hubo mega derrumbes prehistóricos.
La reforestación y la planificación son claves para mitigar los deslizamientos
Para González, los deslizamientos y movimientos en masa no se pueden evitar; sin embargo, sí se pueden tomar acciones para mitigar la magnitud y las pérdidas que pueden dejar.
La reforestación en las pendientes es clave. Las especies nativas como el falque, el aliso, el roble y las acacias se adaptan con facilidad y crecen rápidamente incluso en suelos erosionados. Sus raíces retienen el suelo, lo estabilizan e impiden las infiltraciones directas de agua debido a que distribuyen la humedad.
Otra lección que dejó el desastre es la planificación urbana enfocada en la reducción de riesgos. “El problema en Ecuador es que no hemos aprendido de los desastres naturales. No es la primera vez que ocurre un evento así, ha pasado antes, pero la gente olvida pronto. Se reacciona a la emergencia en el momento, pero después no se toman acciones de prevención”, opina la experta.
Gonzalez afirma que evaluar los peligros de la zona, elegir materiales apropiados para la construcción y sobre todo priorizar la conservación ambiental son acciones indispensables para reducir los riesgos.
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