El Airbnb afecta al turismo sostenible; Ecuador no es una excepción
Mientras el turismo sostenible avanza, millones de personas alrededor del mundo sienten el impacto de la modalidad. Cuenca es el caso más analizado en Ecuador.
El turismo da empleo a una de cada diez personas y medios de subsistencia a cientos de millones más. Pero es también un acelerador del progreso social que favorece la educación y crea nuevas oportunidades para todos, señala la Organización Mundial del Trabajo (OIT).
Se trata de un organismo de las Naciones Unidas que en el Día Mundial del Turismo 2025 (27 de septiembre), pone el foco sobre el potencial transformador como agente de cambio positivo.
Sin embargo, el aprovechamiento cabal de este potencial exige algo más que un simple crecimiento. Se precisa adoptar un enfoque bien planificado e inclusivo, que sitúe la sostenibilidad, la resiliencia y la equidad social en el centro del desarrollo turístico y la toma de decisiones.
Para la OIT, el turismo sostenible debe estar centrado en las personas (invertir en educación, por ejemplo), tener una innovación estratégica y emprendimiento responsable para facilitar la inclusión y la diversificación económica, y priorizar inversiones sostenibles, es decir aquellas que aporten beneficios a largo plazo a la comunidad.
Esta plataforma decidió analizar el Airbnb, bajo la teoría del triple impacto positivo: ambiental, social y económico. Hay varias razones para pensar que esta modalidad, tal como se practica hoy, no está enfocada en ningún Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS).
La situación actual
Las principales críticas a Airbnb incluyen el aumento de precios que lo hacen menos competitivo que los hoteles, la inconsistencia en la calidad y la limpieza de los alojamientos y las tarifas de servicio y limpieza que disparan el costo total.
Asimismo, se menciona la creciente dificultad para los anfitriones y huéspedes al resolver problemas frente a la falta de fiabilidad en la calidad de los alojamientos y en el servicio, con problemas como propiedades que no coinciden con las fotos o una limpieza deficiente.
Tanto huéspedes como anfitriones critican a Airbnb por la falta de un sistema de resolución de conflictos eficaz, lo que dificulta el acceso a reembolsos o la solución de problemas con anfitriones poco fiables o ausentes.
Y un problema no menor: en muchas ciudades, los alquileres turísticos de Airbnb contribuyen, aunque no son el único factor, a la gentrificación, es decir la reducción de la oferta de vivienda para residentes y la expulsión de inquilinos en el largo plazo.
En un momento, la modalidad estuvo cuestionada porque se usaban cámaras interiores ocultas, pero desde abril de 2024 solo se permite cámaras exteriores en áreas públicas y monitores de ruido interiores, siempre y cuando se informe a los huéspedes con transparencia.
Algunos ejemplos en el mundo
Euronews se dedica a seguir el fenómeno del Airbnb a escala mundial. En 2023, un momento crítico para la modalidad, “desde Europa hasta Estados Unidos, las ciudades han empezado a imponer restricciones a los alquileres de corta duración para contrarrestar esta situación”.
Ha informado sobre casos como el de Florencia, donde se prohibieron nuevos anuncios de Airbnb y otros alquileres vacacionales de corta duración en el centro histórico de la ciudad, al tiempo que Roma, Venecia y Milán también se enfrentan a fuertes restricciones.
El Ministerio de Turismo italiano elaboró una ley para frenar el alquiler vacacional de corta duración en todo el país. Su objetivo es ayudar a los destinos turísticos más populares, muchos de los cuales se enfrentan a la crisis inmobiliaria y al turismo excesivo.
De acuerdo a la publicación, Alemania tiene restricciones muy fuertes. En Berlín, los anfitriones de Airbnb están obligados a tener un permiso para alquilar una propiedad entera a corto plazo. Las segundas residencias pueden alquilarse un máximo de 90 días al año.
En Múnich, los alquileres a corto plazo de viviendas enteras están limitados a ocho semanas al año, tras lo cual debe obtenerse un permiso. En Stuttgart, los anfitriones que alquilen más de la mitad de su propiedad a corto plazo están limitados a 10 semanas al año sin permiso.
Pero la situación es más restrictiva en Países Bajos. En Ámsterdam, los anfitriones sólo pueden alquilar sus propiedades un máximo de 30 noches al año. Todo lo que supere esa cifra requiere un permiso para estancias de corta duración.
En París se limitó el número de días de alquiler a un máximo de 120 días al año y los propietarios deben registrarse. Para las segundas residencias o para alquilar una vivienda más de 120 días, hay que convertirla oficialmente en alojamiento turístico amueblado.
Portugal dejó de conceder nuevas licencias para Airbnbs y otros alquileres vacacionales similares, excepto en las zonas rurales. Mientras en España, Barcelona se convirtió en 2021 en la primera ciudad europea en prohibir el alquiler de habitaciones privadas a corto plazo.
En Palma de Mallorca, un destino muy deseado, los anfitriones de Airbnb sólo pueden alquilar viviendas unifamiliares, que deben ser casas aisladas o chalés. Valencia avanzó en su proyecto de prohibir los alquileres vacacionales de corta duración en su centro histórico.
En el Reino Unido, se avanzó con serias restricciones en Londres, Edimburgo y Escocia e Irlanda del Norte, donde los anfitriones deben obtener una licencia para utilizar una propiedad en alquiler a corto plazo antes de aceptar cualquier reserva.
Las restricciones son fuertes en ciudades de Estados Unidos, como Honolulú, Memphis, Nueva York, Palm Springs y San Francisco. En Canadá, la estancia máxima está limitada en el estado de Quebec. Vancouver y Toronto también tienen una normativa rigurosa.
Y lo mismo pasa alrededor de las ciudades más visitadas en Asia y Australia: medidas drásticas para que un modelo que parecía amigable e incluso cálido al inicio no se convierta en insostenible en términos sociales, económicos y ambientales.
Qué sucede en Ecuador
Para obtener un permiso de operación en Ecuador, el Reglamento de Alojamiento Turístico en Inmuebles Habitacionales exige desde septiembre de 2023 el registro de anfitriones en el Ministerio de Turismo.
Asimismo, los anfitriones deben llevar un registro de huéspedes, que incluye detalles del contratante y número de personas, y es necesario tener un RUC o RIMPE para cumplir con obligaciones tributarias.
La normativa no aplica en Galápagos, que tiene su propia regulación. Pero evidentemente la regulación tiene que ver solamente con aspectos formales pero no con el impacto en la lógica de las ciudades ni en su sostenibilidad en el mediano y largo plazos.
Cuenca, capital de Azuay, es una de las pocas ciudades en las que se ha ahondado en los impactos de la modalidad del Airbnb, sobre todo en el centro histórico, con miras a establecer regulaciones que resulten adecuadas tanto para la ciudad.
“Transformaciones silenciosas: El modelo de Airbnb y su impacto en Cuenca, Ecuador” es el título de la tesis más reciente de los Grupos de Investigación PREIT-tour y CPM de la Universidad de Cuenca.
Cuenca, ciudad patrimonial de Ecuador reconocida por la Unesco (1999), vive una transformación silenciosa pero profunda con la expansión de Airbnb y otras plataformas de alquiler turístico, señala su autor, Freddy Espinoza Figueroa.
Él es docente investigador del grupo PREIT-tour de la Universidad de Cuenca y doctorando en KU Leuven. Trabaja en sostenibilidad del turismo, patrimonio cultural, ciencia de datos y cooperación internacional. Este centro realiza investigaciones sobre el tema desde 2017
Lo que comenzó como una opción de alojamiento, hoy impacta de forma directa la dinámica urbana del Centro Histórico, generando tensiones entre la actividad económica, el acceso a la vivienda y la conservación del valor cultural, señala.
“El Centro Histórico de Cuenca ha visto un aumento significativo de propiedades destinadas exclusivamente a alquileres temporales. Esto produce una reducción de la oferta habitacional para residentes permanentes, al tiempo que eleva los precios del arriendo”, dice.
Observa que familias cuencanas se ven desplazadas o forzadas a migrar a la periferia, mientras las viviendas del centro se mercantilizan como “oferta turística”. Esta transformación es económica, social, cultural, ambiental y simbólica.
Concluye que, frente a este escenario, Cuenca necesita con urgencia políticas públicas que incorporen la dimensión digital en su gobernanza urbana. Varias ciudades han empezado a regular estas plataformas con ideas valiosas, tales como fijar un límite anual de días para los alquileres turísticos.

También, exigir licencias diferenciadas en las zonas patrimoniales. Por otro lado, decretar moratorias en los barrios saturados e incentivar el retorno de las viviendas al alquiler residencial. A la vez, es prioritario negociar con las plataformas la entrega de datos en tiempo real, de modo que se faciliten inspecciones automáticas y cruces fiscales.
Además, las tasas y multas recaudadas deberían destinarse a la compra o restauración de inmuebles patrimoniales con fines de alquiler social.
Finalmente, la publicación de datos abiertos empoderaría a los vecinos para vigilar la evolución de su propio barrio. Todas estas medidas pueden servir de inspiración, pero su alcance y diseño deben ajustarse a la realidad local.
“Airbnb no constituye el problema en sí, pero su expansión sin controles sí puede serlo. Es necesario equilibrar el derecho de los habitantes con el derecho de los visitantes, al tiempo que se cultiva el compromiso de proteger la urbe para nuestras futuras generaciones". Freddy Espinoza
Un problema en varias ciudades
-Youtopia: ¿Cómo puede definirse la situación en Cuenca?
-Freddy Espinoza: En Cuenca estos negocios funcionan de acuerdo con la estacionalidad del turismo, entre 1.800 a 2.500 Airbnb. La mayor parte de alquileres son casas completas y en menor grado habitaciones privadas/espacios compartidos.
Hay una concentración en el Centro Histórico, justamente por los atractivos que son elementos de nuestro patrimonio cultural son elementos que funcionan como imanes para este tipo de oferta, dado que la demanda busca cosas cercanas.
No hay barrios excesivamente caros y tampoco extremadamente baratos sobre este tipo de alojamiento, lo cual es una buena señal de que estamos a tiempo de no perder nuestra ciudad.
Hubo una época entre 2022 y 2024 de crecimiento vertiginoso de este tipo de oferta, relacionado con el momentum turístico que vive la ciudad. Sin embargo, parece que estamos obnubilados por los números de visitantes (tampoco hay algo fiable sobre eso) pero no nos damos cuenta de que esa campaña de ciudad segura dio como resultado que mucha gente viene los fines de semana e incluso para vivir.
Eso nos da problemas de movilidad porque en horas pico ya tenemos problemas de tráfico, pero si los visitantes vienen en sus vehículos y se movilizan en la ciudad en ellos, se crea una situación insostenible.
Y: ¿El fénómeno es exclusivo de Cuenca en Ecuador?
F.E.: En Ecuador está presente en casi en todas las ciudades. Para que se dé una idea, en Quito hay aproximadamente 4.062, en Guayaquil 1.944 (dato curioso quizá debido a la inseguridad de la ciudad), Cuenca 2433, Manta 928, Baños de Ambato 932, Loja 444. En Galápagos la situación es más grave porque hay unos 1.300.
Este 25 de septiembre de 2025 se ha presentado la data a los empresarios de la Fenacaptur, que vinieron a Cuenca justamente para tomar algunas decisiones.